XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

Carmen Campos Bernal

Psicóloga Clínica, Psicoanalista Miembro de la ELP-AMP.

Pregunta de Lorena Oberlin Rippstein

En "Sutilezas analíticas", J-A Miller, se pregunta "¿Que es un analista en la clínica del Sinthome?" Responde: "Es un sujeto que ha percibido su modo de gozar como absolutamente singular…que ha captado su goce como fuera de sentido". Y agrega: Es un analista que "representará el acontecimiento corporal, el semblante del traumatismo. Y tendrá que sacrificar mucho para merecer ser- o ser tomado por- un trozo de real". (pág.95 y siguientes) ¿Podría hacer referencia a algún testimonio de pase que enseñe justamente ese punto: como la presencia del analista en la cura, devino para el analizante, un trozo de real?

El testimonio de pase de Antonella del Mónaco1, nos ilustra sobre este punto, nuestra colega de la SLP nos dice que en su segundo análisis "fue esencial la función de encarnación del objeto a realizada por el analista".

Destaca en su testimonio un momento de escansión producido por una intervención del analista, cuando ella se encontraba junto a otros para ser llamada a sesión en la sala de espera.

Compara Antonella el gesto de la mano del analista al señalarla a ella, con el Cristo del cuadro de la Vocación de San Mateo de Caravaggio. Cuando ella responde y llega junto al analista, este le coge la mano pero su mirada se dirige hacia otro lado. Esto le hace preguntarse ¿qué quiere? Piensa que sin su mirada, sin su deseo no puede entrar en sesión.

Es a partir de este acto del analista que cuando entra en la sesión relata que aflora la escena originaria sobre la que había vuelto muchas veces, pero esta vez reconstruida a partir del objeto mirada.

El sujeto recuerda que esta escena originaria, obtenida del relato del discurso de su madre escuchado en sus primeros años de manera repetida, en la que siendo bebé de tres meses en brazos de su madre era amamantada sin ser mirada, su madre hablaba con sus hermanos. Ella consigue la mirada y la atención desvaneciéndose, desapareciendo. Esta desaparición se produjo de manera contingente en un accidente provocado por su padre que había montado una pieza de una estufa en alto que de forma accidental se había desprendido, cayendo cerca asustándola y provocando su desvanecimiento.

Refiere que desvanecerse y desaparecer se convirtió en su síntoma.

Es muy interesante seguir el desarrollo que el sujeto pudo articular en su análisis a partir de este momento, que resume en cuatro puntos: el síntoma como significante atribuido por el Otro con efectos sobre el cuerpo, la construcción fantasmaica a la que se había identificado siendo el objeto que el Otro deja caer, el objeto mirada anudado al objeto oral, desvanecerse para conseguir la mirada del Otro.

Esta asociación libre le lleva a un recuerdo dónde retorna de otra forma la caída del objeto, en este caso tras la discusión entre sus padres, el padre se quita la alianza y la tira al suelo, acto que le anticipaba que el padre podría irse, el sujeto queda inmovilizado y a la vez atraído por el anillo que rueda. Al mismo tiempo se produce un desplazamiento de la mirada a la madre y el sujeto puede leer en su rostro la humillación, la resignación, el sufrimiento, que describe como rasgos de un extraño goce que caracterizaron su feminidad y del que trataba de distanciarse manteniendo la vía del Nombre del Padre.

Cuando su padre se va empiezan lo que llama sus primeros síntomas, fobia a la sangre y desfallecimientos, y un sentimiento de objeto exiliado con un desplazamiento infinito entre su padre y su madre.

Su primer análisis había dejado sin tocar el tema del vínculo con su madre, y marca su final un sueño con el analista al que luego pedirá un segundo análisis. Del sueño extrae en sesión en su primer análisis, un dicho que refiere que al decirlo un temblor le atraviesa el cuerpo: "deseo estar con el otro".

Este deseo implica para el sujeto alejarse de su primer analista, que era crítico con la clínica de Lacan y había salido de la Scuola.

Aparece el "desplazamiento a otra parte como significante de la transferencia" con el nuevo analista, "más allá de su persona" nos dice, apuntando a la causa de su deseo.

En este segundo análisis relata cómo una vez caído el padre, las identificaciones, la creencia en la consistencia del lenguaje, queda inmersa en la falta en ser y el no toda.

Empieza una etapa que describe como de "desorientación, inconsistencia, soledad, desolación, exilio y silencio del Otro".

Refiere: "El silencio del analista, deviene en ciertos momentos insoportable; algo real que me angustia. Si el Otro no está, si no responde, ¿en qué se sostiene mi deseo? Mi propia palabra deviene absurda"

Aparece la tristeza que le permite explorar la relación con su madre y con el vacío.

"La única brújula, en este páramo desolado, es aquel trozo de real que el analista encarna"

El trabajo de los sueños que realiza en este segundo recorrido de análisis le llevan a poder articular el fantasma desde otra perspectiva, del caer a la mirada, diluyéndose la angustia.

La mirada se separa del resto y el Otro deja de ser absoluto. El fantasma se construye "una niña es vista caer"

En otro sueño nos muestra que una vez la mirada se separa del Otro aparece la voz, y se desvela que el Otro es solo una suposición.

Este trabajo tiene efectos sobre el goce del sujeto, marcando el punto del viraje y el final puntuado por otro acto del analista.

Cuando el sujeto esperaba que al concluir la sesión el analista le diese una nueva cita, como hacía siempre, este se dirige a la puerta y con un golpe de voz le dice "adiós".

El efecto en el cuerpo es inmediato, nos dice: "Me tambaleó;¡ me deja caer ! pienso. Desde ese instante y durante varias horas, el cuerpo está preso de una agitación irrefrenable".

Describe posteriormente un desplazamiento a nivel del pensamiento, oscilando entre la palabra "adiós" y la idea "me ha dejado caer", este movimiento le implica una disminución del temblor y una cambio que va del "objeto resto a asumir una función".

Cuando el temblor cesa refiere sentir una ligereza que nunca antes había sentido y el fin de análisis con un resto que nombra como

"soy golosa", empuje pulsional que dice le lleva a "tomarse gusto por las cosas" y además la voz que tras haber atravesado la voz del Otro dirá que toma cuerpo la suya que entre otras cosas le lleva al pase.

Para concluir me parece que este punto es desarrollado por Miller, cuando dice "Lacan llama sinthome a algo que no es susceptible de atravesamiento, fractura ni anulación; no puede ser reconducido a cero. La idea es más bien que la relación del sujeto con el sinthome se vuelva satisfactoria".2

  1. Antonella del Mónaco. Un acontecimiento de cuerpo: El momento de concluir El Psicoanálisis 27/2015, pp. 85-94
  2. J.-A. Miller Sutilezas analíticas 162 Paidos 2011