XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

Myriam Chang

AP de la Elp-Catalunya. Miembro de la AMP

Pregunta de Lorena Oberlin Rippstein

Miller, en "Extimidad" desarrolla de manera lógica las modalidades de la falta: incompletud e inconsistencia; para incidir en que la garantía en el análisis no es un problema de completud sino que "la garantía en el análisis asume la figura de probar que no hay, salvo lo que el analista garantiza con su presencia y él garantiza que lo que se hace vale". (Pág. 418). Allí postula la posición de "el analista Mujer" como la presencia que conviene en un análisis y que se encuentra en el horizonte de la enseñanza de Lacan. ¿Podría explicar que se entiende por esta formulación de "el analista Mujer"? ¿Qué supone la presencia del analista en la cura, en esta posición?

El saber no está hecho para "una pretendida humanidad" constata Lacan. Y no está hecho para ella, porque no la desea. No obstante, no hay analista si ese deseo de saber no le adviene. "El saber en juego es que no hay relación sexual, esto es, relación que pueda ponerse en escritura".1 Ese deseo de saber es lo que para Lacan define durante gran parte de su enseñanza el nombre propio del analista.

Ya en el seminario X Lacan nos sorprende indicando que al parecer "la mujer comprende muy, muy bien qué es el deseo del analista." Constata, en efecto, que ellas parecen moverse mejor en la práctica de entonces, "demuestran ser superiores en el dominio del goce". Algo que él explica por el nudo más laxo que ellas mantienen con el deseo. Si ellas mantienen una mayor libertad es porque ellas dependen menos de la relación con el Otro, y en tanto se le adjudica ser agente de la castración, en particular en lo que se refiere a su goce. La falta, el signo menos con el que está marcada la función fálica para el hombre, que obliga a éste a que su vínculo con el objeto deba necesariamente pasar por la negativización del falo y el complejo de castración, es "algo que no es para la mujer un nudo necesario".2

Se trata aquí del goce fálico, del complejo de castración y del Edipo. Pero no es sino a partir de los años '70 que Lacan abordará el más allá del Edipo y la castración, con su noción del goce Otro y la escritura de las fórmulas de la sexuación. No se tratará entonces ya aquí de las mujeres, sino de la femineidad, a la que el deseo de no saber hace objeción tanto en hombres como mujeres. Se trata de la posición femenina como afín a la lógica del no-todo. No hay La mujer, como no hay El analista. Sólo los hay uno por uno. Y "analista mujer" es aquél –hombre o mujer– que ha circunscrito la causa del horror al saber. "Afirmar que se vuelve analista significa que donde estaba la causa del horror al saber emerge una causa del deseo de saber, lo que pone justamente a este sujeto nuevo, transformado, en condiciones de incitar a otro a trabajar para lograrlo."3

Entonces, ¿Qué supone la presencia del analista en la cura, en esta posición? Lo primero a decir con Lacan es que puesto que es del no-todo de donde surge el analista: "autorizarse no es auto-ri(tuali)zar".4 La lógica del no-todo no está ligada a lo universal sino a lo contingente. Como nos lo explica Miller en Piezas sueltas, la lógica universal, la del Nombre del padre que la garantiza, permite prever todo lo que se inscribirá en la serie. Lo que da lugar a instalarse en un saber previo ya adquirido. Que se analice en el Nombre del Padre es la condición de la completud. Pero hay otra serie en la que Lacan nos introduce, como analistas, que no tiene garantía alguna, una serie en la que lo imprevisto puede existir en cada ocasión, pues no está regulada de entrada y está ligada a la inconsistencia. Es un régimen que no responde a la figura del conjunto sino a la de la serie que se prosigue sin ley.

Y la única garantía en este punto es la presencia del analista en tanto causa, -en tanto x del deseo-, que se ofrece como garante de la continuación del trabajo en el advenimiento del inconsciente.

No obstante, como lo elabora Miller en su curso del 2011, "la posición del analista, cuando se confronta a ese Hay de lo Uno en el más allá del pase, ya no está marcada por el deseo del analista, sino por otra función, que nos queda por elaborar…"5

Notas y Bibliografía
1. J. Lacan, Nota italiana, en Otros Escritos, Paidós, Bs. As., 2012, pp. 328-29.
2. J. Lacan, Seminario X, La angustia, Paidós, Bs. As., 2006, pp. 199-200.
3. J.-A. Miller, El banquete de los analistas, Paidós, Bs. As., 2000, p. 265.
4. J. Lacan, op. cit., p. 328
5. J.-A. Miller, El ser y el Uno, inédito, Lección XII, del 11 de mayo de 2011.