XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

Susana Brignoni

Psicoanalista miembro de la ELP. Coordinadora del SAR de la FNB.

Pregunta de Carolina Salinas

Desde la perspectiva del texto de Freud "El malestar en la cultura" y bajo las formas contemporáneas de construir el lazo social actual (Tinder, Happn y plataformas de dating, así como skype y facetime) ¿cómo se pone en juego la "presencia del analista" en la época de los tecnocuerpos?

La pregunta introduce una cuestión fundamental ya que la "presencia del analista" hay que pensarla en relación a la transferencia y la pulsión: ¿cuál es el modelo mediante el cual se construye el lazo social hoy? Hay al menos dos posibilidades: el vínculo y la conexión/desconexión. El vínculo es el lazo que se organiza sobre un fondo de ausencia. Es en la alternancia entre presencia y ausencia que se constituye.

En la actualidad, sin embargo, prevalece un modelo que es de conexión/desconexión. ¿Cuál es su característica?:

  1. Implica una promesa de infinito, de poder obtener todos los datos, de multiplicación de las cadenas significantes a explorar. El sujeto forma parte de los datos.

  2. Los datos se siguen moviendo de manera "acéfala" aunque uno apague el ordenador, es decir que no hay la ausencia y por eso se dificulta la separación.

  3. Un afecto característico de este lazo es la ansiedad, que es la expresión de la dificultad para esperar a que llegue la nueva conexión.

Frente a este modelo de lazo ¿es posible que se instale la transferencia que tiene como condición que emerja "lo no sabido como marco del saber", lo que no hay, lo que no se tiene, lo que hace enigma? Si no hay análisis sin analista, si este encarna con su presencia real al Sujeto Supuesto Saber que empuja el trabajo del analizante, si es la propia presencia del analista una manifestación del inconsciente ¿es posible pensar un análisis sin el encuentro de los cuerpos a partir de la interlocución que se propicia en un diálogo por Skype? Es una pregunta que nos conduce al amor...

Eva Illouz en su libro "Intimidades congeladas" estudia, para entender los circuitos del amor en la actualidad, los sitios webs de citas que desde 1995 no hacen más que crecer, incluso en épocas de crisis. Las personas buscan al otro: sea el otro del amor, de la amistad, del sexo, del encuentro casual. Pero ¿qué ocurre con esos afectos que se buscan cuando el medio "anula o suspende el cuerpo"? Illouz nos explica que para presentarse en estas webs la persona construye un perfil y que "el proceso de describirse abreva en los guiones culturales de la personalidad deseable" y constata que la gente con más éxito en ellas es "la que se distingue por su originalidad lingüística y su convencionalismo físico". Lo congelado de la intimidad son los perfiles así como el eterno presente que introduce la fotografía. Y entonces señala, algo muy interesante y es que cuando se da el encuentro real, es la introducción del cuerpo la que frecuentemente produce la desilusión. Una de las entrevistadas por Illouz relata que al pasar de la "relación" virtual a la real se encuentra con un hombre cuyo modo de dar la mano, "algo muy blando y húmedo, algo que no me gustó en absoluto", produce su rechazo.

Recientemente un paciente de 20 años me explicaba que en su medio universitario está muy de moda utilizar apps de citas. Me decía que eran usadas por chicos y chicas que no presentaban ninguna dificultad para relacionarse ni sufrían de soledad. Muy por el contrario era un modo más de extender sus lazos, de aventurarse en encuentros con misterio, de "explorar otras posibilidades". La geolocalización del otro, "ese que vi en el metro, que bajó una parada antes, al que no volveré a ver puede sin embargo ser encontrado si usa Happn como yo". Es un juego de cruces fortuitos. Sin embargo, nuevamente el cuerpo era lo que "rompía el encanto". En el encuentro fuera de lo virtual o se trataba de "alguien más bajito" de lo esperado; o con una voz que para el sujeto era insoportable. El encuentro con el cuerpo del otro hace emerger un rasgo de goce silenciado, el secreto del sujeto, lo que puede producir amor o rechazo. Es decir que cada vez el cuerpo nos devuelve a lo singular que no encaja.

Entonces, ¿podemos pensar un análisis al completo en que analista y analizante estén separados por una pantalla? Sin duda, hoy se producen encuentros puntuales por skype ya que la deslocalización caracteriza los modos de vida. Pero el encuentro "pantalla mediante" parecería privilegiar el registro imaginario, elevar al primer plano la consistencia de la imagen, su solidez... tal vez la creencia de la "buena forma". En cambio ¿qué hace presente el cuerpo del analista en cada cita? El cuerpo del analista es el soporte, en cada cita, de lo irreductible, de lo que no encaja… Más allá de teléfonos, videoconferencias u otros artilugios "una parte no simbolizada del goce... requiere la presencia del analista" quien, entonces, "está a título de su encarnación".

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