XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

José Ramón Ubieto

Psicoanalista, miembro de la ELP. Profesor de la UOC. Docente del Master "Actuación clínica en Psicoanálisis y Psicopatología" (UB).

Pregunta de Trinidad Cámara Palop

El Seminario X, constituye un momento de cambio en la enseñanza de J. Lacan. Hasta este momento todo giraba en torno al significante y a partir de aquí desarrollará el objeto a.

J-M. Miller en la "Introducción al Seminario X" dice: "asistimos a la elaboración de una nueva estructura de la falta, una estructura no significante de la falta que pasa por la topología y nos da un estatuto inédito del cuerpo […] No se trata de un cuerpo fuera del significante y como él mismo señala, la anatomía comporta la función del corte"

¿Cómo puede el analista servirse de la interpretación para que esa función del corte separe, produzca, "un resto que no es significable"

Efectivamente, el seminario X implica un cambio en tanto Lacan aísla en la fijación de goce lo que es reacio a la aufhebung significante, aquello que en cada uno resiste a la facilización. Así, si el falo significante era el camino al deseo, el falo órgano descubre el camino al goce, concepto que devendrá central ahora en Lacan. De todo esto deducirá otra posición, una estructuración distinta de la posición femenina. Ya no es la mujer la que está en falta ("a la mujer no le falta nada, eso salta a la vista" dirá provocativamente Lacan) sino que es el varón quien la experimenta más vivamente en la detumescencia del órgano fálico y por eso su angustia no tiene tanto que ver con el agente castrador (padre), sino con el no poder (la falta de potencia) del órgano.

Este cambio afecta al régimen de la interpretación que no puede, ahora, olvidar el objeto a "que circula entre líneas" (Laurent) y que ya no apunta al sentido. La lengua misma significantiza el goce y lo transforma en trozos de goce, como es el caso del objeto a, que es a la vez goce y funciona como una letra. El problema entonces es como detener esta secuencia infinita de la significantización para no caer en el delirio del sentido. ¿Cómo introducir, en definitiva, un corte?

Este goce no regulado, fuera del sentido, puede ser evocado por la interpretación con algo que resuena (reson) en ese espacio subjetivo. Se trata, con ella, de perturbar la defensa en torno al circuito del objeto a para encontrar el borde de goce que cierne. El equivoco interpretativo es ya una formula para introducir el silencio y descomponer el significante, acercándonos a su estructura elemental del "Uno solo" tal como Miller la define en su último curso.

Esta escansión del discurso del analizante por el corte tiene la lógica de la pulsación temporal del inconsciente, vinculada a los bordes de los orificios corporales en juego en la pulsión. Pulsión que no hay que pensar fuera del tiempo ya que si dejamos al sujeto a merced de su goce, en recorridos infinitos, no hay posibilidad de tocar lo real a través de las formas del objeto a ya que esta reducción del goce no se muestra dócil al tiempo. Es sin límite.

Es el propio Miller quien nos indica ("La interpretación al revés") que "(…) la sesión analítica es una unidad a-semántica que reconduce al sujeto a la opacidad de su goce. Lo que supone que antes de ser cerrada en bucle sea cortada". Se trata, pues, de producir el inconsciente en esta operación de corte ya que partimos de la idea de un inconsciente que no está ya, sino que queda a la espera de realización bajo transferencia.

Despejar el sentido, franquear en definitiva el inconsciente transferencial, permite acercarnos lo más posible a lo real y localizar el impacto del significante sobre el cuerpo, "ese resto no significable", la parte de goce que el Nombre del Padre no ha conseguido apaciguar. Resto sintomático para Freud y Sinthome para Lacan.

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