XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"
Julio González del Campo
Psicoanalista en Bilbao. Responsable de docencia del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao. Miembro de la Escuela Lacaniana de Bilbao y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
En 1951, con ocasión de un congreso Jacques Lacan dictó una conferencia titulada "Intervención sobre la transferencia" texto que por primera vez aborda específicamente el tema de la transferencia. Para Lacan la sola presencia del analista puede suponer una refutación de sentido para el sujeto del inconsciente. ¿Cuál es el fundamento de que la sola presencia el analista actúe como operador de la cura bajo transferencia? ¿Cómo la sola presencia del analista causa al sujeto para hacerlo hablar, cuales son los fundamentos de la presencia del analista como causa?
Como punto de partida, podemos tomar la siguiente indicación de Lacan en "Intervención sobre la Transferencia", dice así: "En un psicoanálisis, en efecto, el sujeto, hablando con propiedad, se constituye por un discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta antes de toda intervención la dimensión del diálogo"1
Tenemos que tener en cuenta que, en ese momento de su enseñanza, los síntomas se sitúan en una dimensión de palabra y de verdad reprimida; así Lacan nos recuerda cómo Freud tomó la responsabilidad de mostrarnos que "hay enfermedades que hablan y de hacernos entender la verdad de lo que dicen"2. Entonces, el análisis se constituye en tanto que experiencia dialéctica de acceso a la verdad de los síntomas que se apoyará en la intersubjetividad, en una relación analizante-analista entendida como una relación de sujeto a sujeto.
Ahora bien, en esta relación el analista vendrá o ocupar un lugar esencial, a saber, el lugar a donde se dirige la palabra del analizante. En este sentido, podemos entender que su presencia aporta la dimensión del diálogo. Su presencia será soportada por la persona a la que se habla, pero también en la medida en que él sepa maniobrar para ubicarse en el lugar simbólico que permite el desciframiento de la verdad del deseo reprimido.
Con esta concepción de la transferencia, Lacan critica y se aparta de la práctica entonces en uso, que reducía la transferencia a ser la repetición de una relación imaginaria de objeto. Lacan pondrá el acento en la necesidad de introducir algo nuevo frente a la repetición. Así, si la transferencia es "la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes según los cuales constituye sus objetos", el analista estará obligado a la maniobra de la interpretación, es decir, "llenar con un engaño el vacío de ese punto muerto"3, engaño útil para relanzar la cura.
Años más tarde, en el Seminario XI, Lacan dará otra vuelta sobre estas cuestiones, situando entonces a la transferencia como momento de cierre del inconsciente, momento en el que la presencia del analista da cuenta del surgimiento de la realidad sexual. Presencia del analista que muestra su cara de tapón. Se trata entonces de que la interpretación del analista levante el tapón transferencial para que el inconsciente pueda ir al encuentro del sujeto.