XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

Concha Lechón

Psicoanalista. Psicóloga. Docente del ICF-España. Miembro de la ELP y AMP

Pregunta de Carolina Salinas

A través de Escritos 1 (capítulo "Variantes de la cura tipo") J.Lacan delinea, inclusive con sus preguntas y afirmaciones al final de cada subcapítulo, el recorrido de la cura tipo en un intento de definirla, en tanto así se le había propuesto en 1953 sobre un encargo de Henry Ey, acerca de los métodos terapéuticos en psiquiatría.

El artículo fue publicado dos años después, en 1955, por las críticas suscitadas ya que iba a "contrapelo de la intención de sus promotores".

El escrito transcurre sobre la condición "ad hominen"(aceptabilidad humana) del analista, su necesidad de estar psicoanalizado para reclutarse "en el común de los hombres", el silencio en el dispositivo para "abrirse a la cadena de las verdaderas palabras", finalizando en la necesidad de un saber de la ignorancia "docta ignorancia".

¿Cómo cree que se pondría en juego hoy en día un artículo como este, explicando la presencia del analista en nuestro contemporáneo de verdad científica?

Variantes de la cura tipo, es uno de los textos fundamentales que seguimos poniendo al trabajo en nuestra formación como psicoanalistas, es decir lo seguimos poniendo en juego para orientarnos en nuestra práctica.

La introducción de la pregunta recorre el texto en sus aspectos centrales.

La condición ad hominem del analista es la llave que abre para el analizante la regla fundamental de la asociación libre, pues lo invita a hablar sin preocuparse por la coherencia de su discurso.

Tener la experiencia de un análisis es una de las condiciones sine qua non para llegar a ser psicoanalista, solo su propia experiencia le dará la posibilidad de autorizarse como tal, para sostener su práctica y su acto.

El silencio del analista es lo que puede acoger el discurso del analizante y darle así la posibilidad de poner de relieve la gramática y la lógica del síntoma que comporta un sufrimiento y que el sujeto ha venido a contar.

Conviene al analista mantener activo el lugar de su propia ignorancia, es decir ir abordando sus propios vacíos en el saber, lo que es inagotable y lo que puede relanzar a los psicoanalistas a mantener vivo el deseo en lo que le hace causa.

Jacques Lacan abrió, para el psicoanálisis, la estela de emparentar la verdad con la ficción, lo que no es obvio, más bien es una articulación compleja, nos toca a los psicoanalistas poder explicarla.

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