XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

Patricia Schnirelman

Médica Psiquiatra, Psicoanalista practicante, socia de la sede de la ELP de La Coruña.

Pregunta de Lorena Oberlin Rippstein

Miller, en "Extimidad" desarrolla de manera lógica las modalidades de la falta: incompletud e inconsistencia; para incidir en que la garantía en el análisis no es un problema de completud sino que "la garantía en el análisis asume la figura de probar que no hay, salvo lo que el analista garantiza con su presencia y él garantiza que lo que se hace vale". (Pág. 418). Allí postula la posición de "el analista Mujer" como la presencia que conviene en un análisis y que se encuentra en el horizonte de la enseñanza de Lacan. ¿Podría explicar que se entiende por esta formulación de "el analista Mujer"? ¿Qué supone la presencia del analista en la cura, en esta posición?

¿QUE SE ENTIENDE POR EL ANALISTA MUJER?

Entendemos Analista mujer como una función, una posición pensada  según los conceptos derivados del psicoanálisis de orientación lacaniana.

En el desarrollo de su enseñanza Lacan mantuvo una constante tensión entre el género, sexo biológico y lo que son las posiciones sexuadas, los modos de gozar de los seres hablantes que determinan su repartición entre dos universos trabajados en la producción de las fórmulas de la sexuación en el Seminario "Aun"(1972-1973),  e incluso anteriormente a esta formalización diferenciando lo masculino y lo femenino en relación a como cada sujeto se ubica respecto al falo como significante.

De manera tal , cuando decimos analista mujer, tomamos como punto de  referencia  la posición femenina, la que surge de una particular relación al falo y al goce- no todo capturado por el falo, no todo allí, a la vez que  derivado de  su dirección al significante del A tachado ( significante de la falta en el Otro) lo que conlleva la imposibilidad de hacer de las mujeres un universal definible y nominable por la ausencia de la excepción que hiciese posible conformar un conjunto cerrado, el de La Mujer; poder decir qué es y qué quiere la mujer, que fue la pregunta de Freud, sin respuesta a lo largo del desarrollo de su obra y a la que Lacan intentó responder en sus enseñanzas.  Como consecuencia de esto decimos que La Mujer no existe, no toda existe. No hay La Mujer pero si mujeres, una por una.

En este sentido el analista en posición femenina es aquel que no existe como tal, no hay el Analista ideal o el Ideal del analista al cual un sujeto pueda identificarse llegado al final de su análisis y habiendo surgido como consecuencia de éste el deseo del analista. Hay un analista, uno por uno. Aquel que se puede encarnar haciendo uso del sinthome de cada uno.

Por otra parte, si consideramos que del lado femenino de las fórmulas de la sexuación Lacan ubica el objeto a,  una mujer en posición femenina es aquella que consiente a hacer semblante de a, la que se deja tomar como objeto del fantasma de un hombre, que se presta a la perversión del macho, como Lacan dice en "Televisión" (1972),  y a partir de ello producir el deseo a la vez que obtener un goce ella misma, del cual nada puede decir, un goce más allá del falo, que lo siente en el cuerpo pero que no es localizable ni acotado, un goce suplementario.

Decimos hacer semblante de a y no identificarse a éste ya que las consecuencias no serían las de producir efectos sobre el goce y el deseo sino producir goce y alimentarse de él.

Ocupar esta posición, la de semblante de objeto a, es la que corresponde a la posición del analista como agente del discurso psicoanalítico tal como Lacan lo concibió en la construcción de los cuatro discursos en el Seminario" El reverso del Psicoanálisis" (1969-1970).

Una mujer es la que puede ocupar esa posición de semblante de a pero a la vez y como punto contradictorio, es a la que le resulta más difícil ocuparlo, ya sea por encontrarse en una posición histérica o por identificarse al objeto de desecho en lo que resulta estragada.

Por lo tanto no se trata de la mujer analista sino"de la afinidad de la posición del analista y lo femenino, que a pesar de todo no es un privilegio de la mujer, como demuestra la histeria" puntualización hecha por Ana Lucia Lutterbach Holck en un texto post-analitico ("El analista, la mujer y el arcoíris"; revista Consecuencias, 2009).

¿QUE SUPONE LA PRESENCIA DEL ANALISTA EN LA CURA EN ESTA POSICION?

Con las consideraciones trabajadas en la pregunta anterior el analista en posición femenina permite flexibilidad, una apertura a la contingencia y a la sorpresa,  una invención en el sentido de la modalidad de presencia que conviene encarnar en cada caso en consonancia con el analizante del que se trate, con su síntoma y su goce singular.

En este sentido hay un analista que se construye, que se inventa uno por uno, cada vez y con cada analizante.

Podemos decir que no hay cura tipo y como Lacan señalo en Variantes de la cura tipo: "Un psicoanálisis es la cura que se espera de un psicoanalista".

Lacan en el Seminario de La angustia( 1962-1963) dice que es necesario hacerse de la pulsión. Hacerse por el Otro ver, oir… Los objetos pulsionales se ponen en juego siempre en la relación con el Otro.

En el análisis se pone en juego un modo especial de satisfacción pulsional del analizante del cual el analista pasa a formar parte, como partenaire de un objeto pulsional que permite la apertura de la transferencia.

El analista ubicado como agente en posición de semblante de a, de objeto de goce pulsional, favorece una dimensión fundamental de satisfacción pulsional del analizante y determina la forma particular en la que se presta a volverse destinatario de la transferencia. Tiene la función de prestarse a ser un objeto usado de diferentes formas, función que lo relaciona con cada caso único y particular.

En el principio de la cura psicoanalítica el analizante  cree en que su síntoma quiere decir algo, que tiene un sentido y que hay otro que puede ayudar a develarlo, le supone un saber al analista y se instituye el Sujeto Supuesto Saber. Se pone en marcha la transferencia si además el analizante ubica en el analista un rasgo que le resuena en su inconsciente, el objeto fundamental en juego en el análisis del sujeto en cuestión.

El analista hace semblante de saber, en el sentido de un saber que no se sabe y que pone en marcha el trabajo del inconsciente del analizante pero que no alcanza para arribar a la verdad de lo que está en juego que es el goce.

Dadas estas condiciones en un momento posterior el analista en posición de semblante de objeto de deseo para otro, con el Deseo del analista operando, entra a jugar la partida para apuntar a lo Real del síntoma.

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