XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"
Beatriz García Martínez
Psicoanalista, miembro de la ELP y la AMP, directora de la Biblioteca de la Orientación Lacaniana de Madrid.
El primer Lacan, el del Discurso de Romai>, coloca en lugar predominante el registro de lo simbólico, registro doblemente articulado como campo del lenguaje y como función de la palabra. En su retorno a Freud, para Lacan la cura es una experiencia de palabra y define la experiencia analítica como una experiencia dialéctica. Es el momento de la enseñanza de Lacan donde existe la predominancia de lo simbólico y donde el goce está capturado en el registro imaginario, ¿ Entonces, bajo esta perspectiva, cómo opera la presencia del analista en la experiencia analítica?
En el primer Lacan la presencia del analista es la presencia del oyente, que opera como el resorte de una dialéctica intersubjetiva. En su texto "Intervención sobre la transferencia", de 1951, Lacan afirma que "el sujeto, hablando con propiedad, se constituye por un discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta, antes de toda intervención, la dimensión del diálogo".
Entonces, la experiencia analítica es conceptualizada en esta época como una experiencia dialéctica donde analista intenta con su interpretación hacer pasar a lo simbólico la inercia libidinal fijada en lo imaginario, para que el sentido reprimido se libere y se reconozca el mensaje del síntoma.
Esta dialéctica hace referencia, por una parte a la dialéctica de Platón, donde hay primero una tesis y luego llega la antítesis donde la verdad que traía el paciente puede ser dada la vuelta. Por otra parte, tiene que ver con las inversiones dialécticas de Hegel, que Lacan aplica en "Intervención sobre la transferencia" al caso Dora. La puntuación del analista llevaría a una transformación de la verdad del sujeto, lo que no tocaría "solo a su comprensión de las cosas sino a su posición misma" (1).
Lacan aborda el tema de la transferencia en un congreso de psicoanalistas en lenguas romances donde un participante había teorizado la transferencia a partir del llamado "Efecto Zeigarnick", teorizado por la psicología de la Gestalt, consistente en la tendencia a completar las tareas incompletas o inacabadas. A partir de ahí, la transferencia se interpretaba como la experiencia en la que el sujeto, en la cura, completaba en su relación con el analista lo que había quedado inacabado en la relación de este sujeto con sus objetos primitivos. Lacan califica esto de desviación de la orientación freudiana y dice que en la transferencia, de lo que se trata es de escuchar la verdad del síntoma y esto se hace a través de una dialéctica entre el sujeto paciente y el sujeto analista.
La transferencia es aquí pura dialéctica, limpia de afectos, ni positivos ni negativos, y su motor es la verdad. Lacan se diferencia así de lo defendido por los autores posfreudianos, para quienes el lazo transferencial sería un lazo afectivo, afirmando que ahí se trata en realidad de la contratransferencia "definida como la suma de los prejuicios, de las pasiones, de las perplejidades, incluso de la insuficiente información del analista en tal momento del proceso dialéctico" (1).
En la persecución de la verdad en el plano simbólico se generan interrupciones en la elaboración, momentos de estancamiento en la dinámica analítica, que responden a los modos de relación imaginaria del paciente con su objeto, y que resistirían a la dialectización simbólica. A esto el analista responde con una interpretación puramente simbólica para relanzar el proceso. El principal riesgo aquí es que el analista se deje envolver por los asuntos del registro imaginario con el analizante, poniendo en peligro la tarea de poner a este en relación con su propio inconsciente.
Lacan termina este texto diciendo que "la neutralidad analítica toma su sentido auténtico de la posición del puro dialéctico" y define el papel del analista como "un no actuar positivo" (1).
En "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", de 1953, el llamado Discurso de Roma, Lacan insiste en que no hay nada que buscar en el comportamiento o la afectividad del sujeto, más allá de sus palabras, que son el único campo propio del psicoanálisis. Señala también que el silencio del analista toma su valor del hecho de que se da como respuesta a la palabra del paciente, que siempre es una llamada al Otro. El silencio del analista es diferente, por tanto del silencio de la naturaleza. Tiene valor de respuesta.
Advierte Lacan aquí del peligro del llamado análisis de las resistencias, deriva imaginaria que puede despertar la agresividad del paciente y además lo extravía del progreso simbólico que puede hacer avanzar el análisis. El arte del analista, dice aquí, debe ser el de "suspender las certidumbres del sujeto hasta que se consuman sus últimos espejismos", y señala que "…es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del sujeto" (2), poniendo en valor el papel de escansión que tiene el corte de la sesión para precipitar los momentos concluyentes. Es por efecto de la interlocución con un analista que lo que era palabra vacía, enajenada del sujeto (el discurso del sentido común), puede devenir palabra plena que vehicula la verdad del inconsciente. La distinción entre palabra vacía y palabra plena va en contra de la deriva delirante del "todo quiere decir algo" en que se había extraviado un sector de los posfreudianos.
El analista opera reduciendo la historia del sujeto a ciertas combinatorias, y esto mediante un análisis del lenguaje. El síntoma es lenguaje cuya palabra debe ser librada. En la medida en que se deja tomar por los significantes del paciente, el analista puede apreciar ciertas repeticiones, patrones, estilos, que le indican la dirección de la puntuación o el corte de sesión.
No se trata de operar recuperando contenidos desaparecidos. Para Lacan "pasar al verbo" hace que la verdad sea creada en ese momento, debido a la diferencia entre un "discurso privado" y uno dotado de "sanción simbólica".
Referencias
(1) Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia. En Escritos, México, siglo XXI editores, 1971.
(2) Lacan, Jacques. Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. En Escritos, México, siglo XXI editores, 1971.