XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"
Luis Fermín Orueta
Miembro de la ELP y AMP.
En el seminario XI, en el capitulo "Presencia del analista", J. Lacan irá reformulando los términos de inconsciente, transferencia y repetición. Ligará entonces directamente, la presencia del analista al inconsciente; en esa movimiento de pulsación temporal, que incluso como momento de cierre, "exige que lo tratemos como un nudo"¿qué significa entonces, esta relación directa entre inconsciente y presencia del analista? ¿Qué es lo que hace "nudo" y constituye el centro de la presencia del analista?
1/ En efecto, Lacan ligará directamente en el Seminario XI la presencia del analista al inconsciente. En la pág. 131 nos dice que "la propia presencia del analista es una formación del inconsciente". Y en la pág 133, "la presencia del analista...debe incluirse en el concepto de inconsciente". Para explicar este punto, M. Bassols (1) aporta un ejemplo clínico en el que un sujeto, tras su demanda de análisis y antes de la primera entrevista, sueña que lleva en taxi al analista como pasajero mientras intenta ver su rostro por el espejo retrovisor sin conseguirlo. Ejemplo paradigmático del analista como formación del inconsciente. "Cuando un sujeto nos viene a ver, nos dice, viene ya con algún significante de la transferencia. Siempre es así. Lo que el sujeto escuche lo escuchará en función de lo que se haya dibujado en el retrovisor antes de encontrarse por primera vez con el analista. Lacan dice que la transferencia está al principio del análisis. Está incluso antes que la demanda. La transferencia está presente de entrada. Y es en esa medida en que el analista forma parte del concepto de inconsciente". Presencia del analista que, aclara, no es reducible a su persona, sino a su dimensión como real: "porque la presencia real es precisamente esa figura que no puede ver en el imaginario del retrovisor y que escapa a la función de lo simbólico. Esa es la presencia real del analista que Lacan quiere aislar aquí como formando parte del concepto de inconsciente". Inconsciente que Lacan define como "la suma de los efectos de la palabra sobre un sujeto en el nivel en que el sujeto se constituye por los efectos del significante" (pág. 132), pero del que destaca en este Seminario su dinámica de pulsación temporal en su doble movimiento de apertura y cierre, que le llevará a describir al inconsciente también como "la certeza que yerra" (pág. 133), en la medida en que es evanescente y resulta inatrapable. En la pág. 136 afirma que la transferencia es esencialmente resistencia -"la transferencia es el medio por el cual se interrumpe la comunicación del inconsciente"-, y terminará por atribuir tal interrupción a la presentificación del objeto a (que en este Seminario es considerado como real), lo que introduce una nueva dimensión del inconsciente. Inconsciente, entonces, que se abre pero a la vez se cierra, es decir, el inconsciente fallido , el inconsciente como pérdida. "Este es el inconsciente lacaniano, nos dice Bassols, el inconsciente que va a estar en conjunción-disyunción con el objeto de la pulsión", objeto que, podemos añadir, ya habrá estado presente necesariamente en el espejo retrovisor del sueño del ejemplo clínico antes del primer encuentro con la presencia del analista.
2/ Bassols nos recuerda que la presencia del analista es la llave necesaria para articular la dimensión del inconsciente con la dimensión pulsional, cuestión que constituyó el problema esencial que condujo a Freud a elaborar una segunda tópica. De ahí que Lacan defina la transferencia en este Seminario como "la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente". Es decir, la presencia del analista como condición sine qua nom para que algo de lo pulsional -la realidad sexual del inconsciente- pueda ponerse en acto en la relación transferencial. Nudo, entonces, entre inconsciente, presencia del analista y pulsión. Pero Lacan nos dice, en la pág. 137, que el propio fenómeno transferencial constituye un nudo en sí mismo: "La contradicción de su función...en la medida misma en que es, con respecto al inconsciente, momento de cierre, exige que la tratemos -la transferencia- como lo que es, a saber, un nudo...Es un nudo que nos apremia a que demos cuenta de él mediante consideraciones topológicas...". Hebe Tizio (2) nos recuerda que, en este momento, Lacan no dispone aún de la idea del nudo borromeo, pero sí por supuesto de los tres registros (imaginario-simbólico y real) y nos dice que Lacan trata aquí la transferencia como un nudo donde se juegan los tres registros en esa pulsación temporal de apertura y cierre del inconsciente. Y entiendo que podemos pensar en el entrecruzamiento de la dimensión imaginaria de los afectos con el registro simbólico del Sujeto Supuesto Saber que establece que el amor de transferencia es un amor al saber inconsciente, y la dimensión real del encuentro con la presencia del analista que implica la prevalencia del objeto a y de su goce asociado.