XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"
Marta Maside
Analista Practicante. A Coruña
En Sutilezas Analíticas, J.A. Miller plantea la posición del analista en relación a su propio inconsciente; en tanto que no "hace semblante", en el sentido que el deseo del analista opera ya no desde el semblante, sino "que está, para quien pueda valerse de él, que no es… un querer a falta de." ¿Es por tanto esto lo que constituye un vacío, que posibilita que algo del goce del analizante se aloje allí, bajo la presencia en cuerpo del analista?"
Es una pregunta interesante, y difícil. El deseo del analista no es voluntad de semblante, sino que está fundado en su ser.
Es decir, podemos partir de que el inconsciente es, no hace semblante. Está fundado en el ser. Está presente, podemos añadir, para seguir deduciendo. Si entendemos el ser como el ser de goce, no se trata precisamente de un vacío, sino más bien de lo contrario: de una presencia. La fala es significante, y creo que en este sentido se entiende la cuestión de hacer semblante. Pero el goce no es una falta, sino una presencia.
Si el analista ha hecho la experiencia de confrontarse con su ser de goce, es más bien quizá el saber que obtiene sobre éste -el inconsciente post-analítico, como dice Miller-, sobre esta presencia extraña que supone el inconsciente, lo que abre un espacio vacío que permite que el analizante aloje su goce allí. Es preciso que el analista sepa de qué modo el cuerpo está en juego, y que esté dispuesto a prestar el suyo, para poder acompañar al analizante a desprenderse del sentido que atrapa su goce.
En todo caso, es el vacío de sentido que produce el saber sobre este goce, lo que permite al analista dejar un espacio para que el analizante aloje algo de su goce allí sin enredarse con él, y llevarlo a extraer un saber sobre el mismo.