XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Una pregunta a...

Antonio de la Cueva

Psicoanalista. Socio ELP. Sevilla.

Pregunta de Lorena Oberlin Rippstein

En el capítulo 11 de "La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica", de J-A.M., es Eric Laurent quien enuncia, haciendo referencia a la última enseñanza de Lacán, "El camino del psicoanalista". Se preguntará allí a partir del escrito Lituraterre y del efecto de la letra, como "conjugar una práctica que se articula en menos con el efecto de sentido que con la escansión" y donde, "la letra disuelve lo que da forma", sea significante, sea semblante. Allí desarrollará que "el tao del psicoanalista es lograr sostenerse en su lugar" (pág 201). Desde esta perspectiva, ¿qué supone concebir la presencia del psicoanalista en la cura, como tao? ¿Qué supone sostenerse en ese lugar?

En primer lugar, comentar que el escrito al que se hace referencia, basado en una conferencia que tuvo lugar el 10 de marzo de 1999 en París, en el curso de Jacques-Alain Miller, tuvimos suerte los andaluces de que fue publicado tres años antes, de que apareciese la primera edición impresa en castellano en septiembre del año 2003. Todo ello, gracias a la traducción autorizada por el autor, (1) que realizó nuestro apreciado y recordado AE Hilario Cid Vivas, que apareció en la desaparecida revista Cuadernos Andaluces de Psicoanálisis, junto a un texto suyo (2), muy esclarecedor, respecto a los interrogantes que intentaré responder.

La pregunta está desglosada en dos. La presencia como Tao y sostenerse en ese lugar.

A mi entender Eric Laurent nos transmite la idea de que Lacan está buscando en su última enseñanza una vía, un nuevo camino o un método para cernir lo Real; sobre todo cuando lo simbólico ya no prima sobre lo real, lo cual implica pensar la posición del analista de otra manera. No le sirven las balizas o puntos de orientación anteriores, si quiere avanzar en la dirección de la cura. Avanzar hacia lo Real implicó para Lacan alejarse de caminos trillados y recorrer una ruta nueva para ir en la búsqueda de nuevos paisajes, que den cuenta de una práctica, de un acto Analítico en cuyos principios el analista no puede ser asignable a ningún lugar que no sea el de la pregunta sobre el deseo.

Hay que recordar que eran los años 70 y Lacan en Lituraterre, invención realizada a la vuelta de un viaje a Japón, está intentando abordar la problemática entre los lazos del sentido y lo real. Una forma de pensar la escritura como algo anterior al habla, de lo que depende el discurso sin palabras deseado por Lacan.

Se da cuenta que en el pensamiento occidental el sujeto está delimitado en cierta traducción occidental, ligada al hecho de que parece que no se puede pensar, sin saber al mismo tiempo que se piensa. Es por ello, que recurre al pensamiento oriental. Por aquella época, Lacan que previamente había estudiado chino, mantiene sesiones de trabajo con el sinólogo, escritor y académico François Cheng, con quien trabaja tres obras clásicas de la cultura china: El libro de la vía y de su virtud de Lao-Tsé, el libro de Mencio y el Tratado de pintura de Shi Tao.

La tradición china le da primacía a la relación entre sujetos (y no sujeto-objeto como en Occidente) dado que allí, en esa relación, lo que media, el vacío permite vincularlos pero a la vez no confundirlos. Por tanto, recurre al concepto chino de Tao, que significa tanto camino como enunciación, y, como decía, también designa el vacío. Es una referencia clave para Lacan en su búsqueda que apunta a lo Real como imposible y a la emergencia de un deseo inédito que es el deseo de saber. La escritura china y la japonesa le muestran un uso del lenguaje que va más allá de los efectos de sentido.

En este nuevo horizonte encuentra que la posición del analista se aproxima al Tao, aunque el psicoanálisis no conduce a la sabiduría buscada por la tradición oriental, sino que apunta a lo real como imposible y a la emergencia de un deseo inédito que es el deseo de saber. Es desde el lugar del psicoanalista dónde se puede hacer surgir el vacío medio actuante, intermedio, "vide médian"; que permite que las polaridades encuentren su camino hacia la unidad. Actuar al modo de no actuar para mantener juntos aquello que no se mantiene junto: lo real y el sentido, el hacer y el hablar. Es poder mantenerse en su lugar, allí donde la letra inscribió el litoral de todo saber posible, transformándolo en un vacío intermedio actuando. Esto implica el rechazo de la contratransferencia y de la captura del fantasma, que no solamente abdica a las pasiones del amor, del odio y de la ignorancia, sino que se abstiene de introducir un sentido en el discurso del analizante.

Dice Jacques-Alain Miller: "Entonces, Lacan sueña con un discurso que por excepción no partiría del semblante sino, sin duda del real –de un real desnudo, bruto, primario, pre-semblante. Por un lado, es imposible (y ese imposible es el real mismo…). Por el otro, eso sin embargo debe ser soñado, si no, vuestro discurso es abyecto. Esto quiere decir que, cuando se está en un discurso, hay que recordar siempre que no es más que eso, un discurso que parte del semblante. De ahí: ironía, distancia."

La vía del psicoanalista, el Tao del psicoanalista, tiene que permitirle hacer actuar a este vacío central, este vacío mediador, que permita al sujeto soportar las significaciones más dolorosas que haya tenido que soportar.

En la experiencia analítica el vacío funciona alojando lo que no tiene palabras para ser dicho. El analista como vacío medio se presta a agregar un vacío que propicia una nueva escritura por parte del analizante. Ya no hay una primacía de la palabra sobre el cuerpo. El hacer y el decir se mantienen juntos por el lugar del psicoanalista.

Creo que en el abordaje alrededor de la presencia del analista y por consiguiente su función, lo central es cómo el analista puede hacer operativo el vacío, que sirva de marco al saber. Será la ignorancia ese vacío, que permita que el analizante pueda ir alojando los significantes que conformarán su inconsciente. Es un empuje a la invención de saber. Por eso la pasión de la ignorancia es lo que conecta el analista el sujeto supuesto saber. Permite abrir en los otros ese vacío que puede causar el deseo. En definitiva inventar un saber ahí donde lo que hay es no saber.

Como nos dice Hilario Cid, esa presencia no es sin un sostener ese lugar, que tiene que ver con el actuar como analista, que es el pase. Algo que producirá una marca permanente pues el pase coloca a aquel que lo atravesó en la posición de analizante perpetuo respecto al saber. Se trata de vivificar continuamente ese marco del saber que permite la invención de saber. Y es que la pasión de la ignorancia no es otra cosa que la capacidad de generar transferencia. Es lo que permite abrir en los otros ese vacío que puede causar el deseo. El deseo de inventar un saber ahí donde lo que hay es no saber. Esto como podemos imaginar implica a la Escuela, basada en el reconocimiento de un no saber irreductible. Ese sería el lugar que hay que sostener para mantener el deseo de invención que hace posible que el psicoanálisis no cese de escribirse, que siga siendo necesario en el siglo XXI.

Para concluir, me gustaría hacer mención a las palabras de Lacan, que había invitado a pasar la tarde a Cheng, tras la publicación de un libro suyo de poesías durante el año 1977. Época en la que estaba tratando en su seminario, la idea de que la interpretación debe ser poética. Cuando lo acompañaba a la salida le dijo: "Querido Cheng, usted ha conocido una serie de rupturas en su vida, usted sabrá transformar esas rupturas en vacío mediador actuando, lo que le va a permitir relanzar su presente a su pasado y al final Ud. estará en su tiempo".

Si bien Cheng no era analizante de Lacan, podemos tomar esa frase como una interpretación. Según destaca Eric Laurent, se trata de saber hacer con la huella del objeto perdido. Transformar activamente esa pérdida en anulación de las significaciones, pura dimensión de escritura que permite inscribir el goce perdido. El analista tiene que encarnar ese vacío y que ese vacío se haga causa de que el sujeto encuentre su camino.

Referencias bibliográficas:

  1. Laurent, Eric. "El Tao del Psicoanalista". Cuadernos andaluces de Psicoanálisis, título: "El Tao del Psicoanalista", número 27. 1º semestre año 2000.
  2. 2.-Cid Vivas Hilario. "Del deseo a la letra". Cuadernos andaluces de Psicoanálisis, título: "El Tao del Psicoanalista", número 27. 1º semestre año 2000.