XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"
No intentaré introducirlos hoy en esta técnica todavía en desarrollo, sino me conformaré con destacar un principio que probablemente sea soberano en este campo. Postula lo siguiente: En la medida de lo posible, la cura analítica debe ejecutarse en un estado de privación —de abstinencia-
S. Freud "De la historia de una neurosis infantil" (1917-1919). Capítulo "Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica" -(Este principio también fue formulado en "Puntualizaciones sobre el amor de transferencia" 1915)
Respuesta de Francesc Vilà
AME. Director Sociosanitari de la Fundació Cassià Just
Comentario libre de Francesc Vilà. Sobre la abstinencia de saber sobre el goce del analizante.
La referencia clásica remite a la propuesta técnica de Freud de reducir, en la medida de lo posible, las satisfacciones substitutivas de los síntomas del paciente y sostener la norma de no satisfacer sus demandas.
En los albores del psicoanálisis la discusión sobre la regla de abstinencia en el tratamiento analítico contrasta, por un lado, la prudencia de Freud de no hacer para que no desaparezca prematuramente el sufrimiento y, por otro, el furor de hacer activo y temerario para curar del tizón húngaro Sandor Ferenczi.
Está conversación, que tiene su momento álgido en el Congreso de Budapest de 1918, es el hilo conductor para aquellos practicantes que se encuentran cómodos entre la multiplicidad de psicoterapias inspiradas por la idea freudiana de interpretar el sentido del síntoma con la esperanza de disolverlo.
Los fines de la dirección de la cura dividen a los practicantes entre los que apuestan por descifrar el sentido y los que se ocupan del programa de goce que supone el síntoma.
Trasladada la polémica a la actualidad la cosa está en cuidarse o no del ultimísimo furor curandi. La polémica se inscribe en el programa biopolítico de la Organización Mundial de la Salud para sanear la vida y colmar el agujero de la existencia. ¿El psicoanalista tiene que abstenerse de colaborar con ese programa de salud para todos que propone la erradicación de los síntomas mentales?
La OMS promueve la confianza en el discurso científico, en la biociencia. Creencia que satisface a muchos. Promueve la convergencia de las prácticas psi en la búsqueda de la eficacia de la significación del malestar y el desarrollo de protocolos de control y verificación. Este acuerdo alimenta una visión genérica del síntoma como un disfuncionamiento organodinámico1 en la vida moderna y la tarea está en facilitar al paciente su reconducción.
Foucault da las coordenadas. Nombra el más allá de la adaptación al american way of life de los felices cincuenta y sesenta. En 1975 habla de controlar y curar. Ha nacido la biopolítica, un más allá de la clínica psicopatológica clásica.
Abstenerse o no de trucos2.
No seguiré por ahí. Traslado el debate sobre la abstinencia de satisfacción de la demanda de cura a la actualidad lacaniana, a la discusión sobre los fantasmas de la cura para el psicoanalista contemporáneo lector de los cursos de Miller.
La oferta analítica, si tiene suerte, substituye la satisfacción sintomática por el blablablá gozoso de la asociación libre bajo transferencia. Ello no impide que la fantasía eterna de cura permita seguir esperando ser un hombre feliz y concebir al analista como aquel que lo debería ser y saber acompañar en la senda3.
Los fantasmas de reconocimiento, de desafío, de renacimiento, de salvación… persisten ante la dificultad del desapego del analista, de hacer con la transferencia. El paciente muestra una deliciosa variedad de contradicciones éticas entre el Bien y el bienestar. Así paga el preció de su apego transferencial al analista y su no saber de su condición de goce.
Tanto en el tiempo de la reconquista del campo freudiano como en el periodo de el deseo y su interpretación la doctrinase sostenía de una premisa necesaria, el significante es causa del sentido. En la clausura del Noveno Congreso de la École Freudienne de París4 Lacan reconoce que, a pesar de todo lo que puede haber dicho, no sabe como la cura ocurre si el real del sufrimiento, como muestra tan a menudo la clínica, no es reducible al sentido significante. El psicoanálisis cura de inhibiciones, síntomas y angustias que provienen de una peculiar relación, más allá del sentido, con el goce. No se aísla la causa objetiva de la mutación terapéutica por la lógica significante.
No hay una relación determinista entre el alivio del sufrimiento y su interpretación por el analista. En el ultimísimo Lacan el sufrimiento habita un sujeto supuesto saber de los signos del goce acontecido en el cuerpo.
El truco del analista es abstenerse de saber. Hace con la transferencia para que el analizante inventaríe la necesidad que no para de escribir los signos del goce en la psicopatología de la vida cotidiana. C'est une question de truquage5