XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"
Pero lo más extraordinario del acto analítico reside en el hecho de que nos permite ver, al mismo tiempo, cómo puede operar como corte del sentido: S1 //S2; y su correlato: la reducción del analista al objeto (a) el representante de la representación (Vorstellungsreprasentanz) del analista, tal como lo señala Lacan en L'Étourdit
Vicente Palomera. Posición del analista, p. 153
Respuesta de Margarita Álvarez
Psicoanalista en Barcelona, AME, miembro de la ELP y la AMP.
La cita que me piden comentar está en el capítulo titulado "A mortal coil", que recoge una intervención homónima de Vicente Palomera en Italia durante su periodo de enseñanza como analista de la escuela. (1) Trataré seguidamente de situarla.
1. El marco
Para Lacan, el analista forma parte del concepto de inconsciente:(2) él es el encargado de convocar la dimensión del inconsciente en el análisis. Si tomamos el discurso del analista,(3) vemos en la línea superior del matema que el analista, al situarse como semblante del objeto, causa la división del sujeto necesaria para sostener el trabajo analizante.
De entrada, el sujeto ha de suponer un sentido a su síntoma, es decir, que es posible mediante el análisis obtener un saber sobre él. La instalación del sujeto supuesto al saber, pivote de la transferencia, pone en marcha el análisis. Pero, si bien el analizante busca un saber sobre el síntoma y espera construirlo por la vía significante del sentido, esta última se revelará infinita por lo que no será fundamentalmente través suyo que podrá cernirlo y concluir el análisis.
El analista debe de operar de modo que el analizante no se pierda en la deriva del sentido. Según sea la posición del analista, convocará al sentido o al sinsentido del síntoma, es decir, a su real. Podemos decir que apelará a una dimensión más simbólica del inconsciente, aquella que conocemos como la dimensión del Unbewussten freudiano, del inconsciente reprimido, o a una dimensión más real que conocemos como la Une-bévue lacaniana, el inconsciente como una-equivocación, sinsentido primero, agujero real en lo simbólico sobre el que se levanta la primera y que Lacan introduce en 1976 para ir más allá suyo.(4)
Ambas posiciones se relacionan con dos modalidades de interpretación: la que apunta a liberar el sentido reprimido del síntoma y la que apunta al sinsentido irreductible del goce que está en su fundamento. En el primer caso, la interpretación se sitúa por entero en el registro del sentido producido por la articulación significante (S1-S2) y decimos que es semántica: el analista, señala Vicente Palomera, hace de la sesión y de la cura entera una unidad semántica.(5) En el segundo caso, por el contrario, apunta a producir un corte en la cadena significante (S1//S2), lo que desbarata el sentido por lo que la llamamos asemántica: el acto analítico hace de la sesión y de la cura una unidad asemántica.
En su intervención, Vicente Palomera ilustra estos "dos modos distintos de la presencia del inconsciente según sea la posición del acto del analista"(6) con el testimonio de AE de Alain Merlet(7) que había escuchado en Tel Aviv. Tomaré a continuación este testimonio así como algunas de las puntualizaciones que Vicente Palomera hace sobre él.
2. El testimonio
En su testimonio, Merlet refiere dos intervenciones, una semántica y, otra, asemántica, realizadas por distintos analistas en dos análisis distintos.
La primera, la interpretación semántica, tuvo lugar en un momento que él evocaba en análisis su ritual infantil de levantar la tapa de una soupière [sopera, en francés]. El analista entonces le interpeló: "Qu-est-ce qui est sous Pierre?", haciendo resonar la homofonía entre soupière, sous Pierre [bajo Pedro ], sous pierre [bajo la piedra] lo que permite escuchar: "¿Qué es sopera?", "¿Qué hay bajo Pierre? ¿Qué hay bajo la piedra?".
Esta interpretación apuntaba a liberar el sentido prisionero en el síntoma a través del juego significante. Merlet afirma que, al escucharla, la deriva significante de la asociación libre se detuvo. Un significante-amo de su infancia había sido tocado: de niño, había sido separado súbitamente de su madre casi agónica después del nacimiento de su hermano Pierre y se había parapetado tras un torreón inexpugnable, para protegerse de sus miedos, en lo constituía el antecedente infantil de su posición fóbica adulta.
El significante-amo fue tocado pero no su ser de goce. El sujeto quedó entonces aún más identificado a la "piedra" [pierre], la cual operaba, señala Vicente Palomera,(9) al mismo tiempo como verdad y como velo de la verdad. El analizante se dedicó a explotar el filón del juego del significante y sus efectos de sentido hasta el agotamiento.
Por otro lado, el efecto de esta intervención del analista fue casi oracular y dejó a este último en el lugar de un Otro garante de la verdad.
Un tiempo después, en un control con otro analista, Merlet refirió un caso que califica de "especial" en tanto el analizante había muerto. Y añade que, según empezó a hablar de él, quedó claro que en realidad hablaba de sí mismo. Este mismo analista "tan presente como silencioso" introducirá más adelante la segunda interpretación, asemántica.
Merlet señala que con él era difícil seguir con los juegos del significante. Y una vez que por enésima vez procedía al descifrado de un sueño, el analista le interpeló: "¿Usted cree en sus sueños?". Este interpretación produjo un corte en la cadena asociativa y le confrontó con un agujero: debajo de la sopera o de Pierre no había nada como no había nada bajo las faldas de una mujer. La interpretación hizo presente para al sujeto el -j de la castración. Ello socavó definitivamente al sujeto supuesto saber: no había ningún sentido oculto más que buscar.
Entonces, tuvo un sueño en el que estaba frente a una estatua que se movía. Luego, asociará un segundo sueño con una canción infantil que en su infancia le resultaba incomprensible, es decir, sin sentido: "Una tonadillera poniendo su culo en la sopera" ["Une bayadere trempant son cul dans la soupiere"]. Pero ahí, lo que aparece no es ya el campo semántico de "soupière" (el nombre de su hermano o la piedra), ni el goce de la petrificación que es el reverso del S1 "piedra". Lo que aparece es un goce singular. Condescender al síntoma, que es el nombre del testimonio de Merlet, será saber hacer algo con estos dos goces que le dividen.
3. La cita
Al principio, me referí a la parte superior del discurso del analista para decir que el analista haciendo semblante de objeto, es decir, fuera de sentido, es el agente que causa la división subjetiva del analizante, necesaria para que se ponga a trabajar: a à S/. Esto pone en marcha el análisis en el curso del cual, y como vimos en el testimonio de Merlet, el analizante extrae los S1 de la cadena significante, operación que vemos en la parte inferior derecha del matema de dicho discurso: S2 // S1, donde los S1 están en el lugar de la producción del análisis. Una vez hecho este recorrido, voy a tomar la cita que me han pedido comentar, poniéndola completa, porque en la frase propuesta en el flash faltan algunas palabras:
"Pero lo más extraordinario del acto analítico reside en el hecho de que nos permite ver, al mismo tiempo, cómo puede operar como corte del sentido: S1 //S2; y su correlato: la reducción del analista al objeto (a), es decir, haciendo del objeto (a) el representante de la representación (Vorstellungsreprasentanz) del analista, tal como lo señala Lacan en L'Étourdit".
Cuando el sujeto puede producir los S1 y cernir el objeto en juego, el trabajo asociativo se detiene, lo que es solidario de la caída del SsS y de la reducción del analista a un rasgo del objeto a, es decir, a una de sus marcas de goce.
El analista, como señala Lacan en el "Atolondradicho",(10) hace semblante del objeto a y para que el análisis finalice es necesario que el SsS caiga y el analizante cierna el goce en juego en la transferencia. Ésta no es una situación intersubjetiva: el partenaire del sujeto no es el Otro sino el objeto a. Sin que el analizante lo sepa, ha sido un rasgo del analista, un rasgo cualquiera pero que resuena en su propio inconsciente con las marcas que el objeto tiene para él, lo que ha permitido instaurar la transferencia y sostener el trabajo analítico hasta entonces, es decir, desplegar toda las cadenas inconscientes que rodean el objeto. Podemos decir que el sujeto no busca saber en el análisis sino seguir gozando del objeto, su auténtico partenaire. Al final de la operación, el semblante del SsS cae y el analista queda reducido a su ser de desecho para el analizante.
El análisis no llega a su fin entonces por la vía del sentido, pero permite depositar un saber sobre el goce, es decir, S2 que tal como ilustra el matema del discurso analítico, está en el lugar de la verdad.
Para finalizar, y enlazando ahora la cita con el título de la próxima conversación clínica, podemos decir que con el sintagma "presencia del analista" sin artículo, Lacan refiere este carácter absoluto de la presencia del analista en la transferencia, una presencia en carne y hueso necesaria para que se encarne, para el analizante, el resto irreductible de su discurso.
Notas: