Flashes

Jacques-Alain Miller, plantea esta cuestión, en la Conferencia de Clausura del Coloquio realizado en Nice, “Des gays en analyse”?, en el año 2003. Es una referencia, como dicha al pasar, en el contexto de la argumentación que seguía en su discurso, sobre el tema del coloquio.

Sin embargo, la aparente simplicidad de la pregunta que se plantea, no se corresponde con la enorme complejidad que implica, el intento de darle respuesta.

La referencia explícita al Seminario, “Aún” (1972-1973)¹, remite especialmente, al capítulo VII, “Una carta de almor”², donde se escriben las fórmulas de la sexuación, como las nuevas perspectivas en su enseñanza, sobre la cuestión del goce.

Sin embargo, ese seminario debe ser incluido en un contexto de otros textos de Lacan, producidos por esa época y relativos a la reelaboración del  goce femenino, que permiten plantearlo, como el reverso, de la homosexualidad masculina. Tomemos alguna de esas referencias.

En cuanto a la referencia, del seminario “Aún”, las fórmulas de la sexuación, precisan, en términos lógicos, la divergencia entre el goce fálico y el Otro goce, estrictamente femenino. Si bien, es electivo, colocarse de uno u otro lado de esas fórmulas, la histeria queda ubicada en el “lado hombre”, así como, el homosexual masculino: (…) “A todo ser que habla, sea cual fuere, esté o no provisto de los atributos de la masculinidad – aún por determinar – le está permitido, (…) inscribirse en esa parte. […] Tales son las únicas definiciones posibles de la parte llamada hombre y de la parte llamada mujer, para lo que se encuentra en la posición de habitar el lenguaje.”³

Poco tiempo antes, en su escrito “El atolondradicho” (1972)⁴, Lacan ensaya las premisas de las fórmulas de la sexuación, donde no solo la histeria, sino las neurosis en general, ya están puestas del lado “hombre”, si ha de tomarse en serio, lo normal (normal), es decir, la norma macho (norme mâle).

Lacan propone, que “llamemos heterosexual, por definición, a lo que ama a las mujeres, cualquiera que sea su propio sexo.”.⁵

Así, como que llamemos hommo sexual, a lo que ama a los hombres, cualquiera que sea su propio sexo: […] “que erige al hombre en su estatuto, que es el de homosexual/hombre sexual (hommosexuel). No por mis oficios, sino por los de Freud, quien le devuelve este apéndice y con todas sus letras”.⁶

La nueva escritura, del término homo – traducida antes del griego, lo semejante –es propuesta por Lacan, como hommo – traducida ahora del latín – que remite a homme (hombre). Lo que hace de la histérica menos una homosexual, que una homosexuada, cuyo goce está localizado, por la norma-macho, es decir, en el goce fálico.

De esta forma, la elección del objeto sexual, se define a partir del encuentro con el goce femenino o masculino, en el mismo universo hommo, universo que comparte, tanto la histérica  como el homosexual masculino.

La nueva repartición lógica que se desprende de las fórmulas de la sexuación, en lo relativo al goce, implica al homosexual masculino, como el reverso de la posición de la histérica. Sin embargo, no se trata del anverso y reverso de la misma moneda, respecto del goce femenino, porque uno y otra, responderán de diferente manera.

¹ Lacan, J. : “Aún” (1972-1973), en El Seminario (XX), Paidós, 1981.
² Lacan, J. : “Aún”, op. Cit. p. 95.
³ Lacan, J. : “Aún”, op. Cit. p. 97.
⁴ Lacan, J. : “El Atolondradicho”, en Otros escritos, Paidós, 2012, p. 473.
⁵ Lacan, J. : “El Atolodradicho”, op. Cit. p. 491.
⁶ Lacan, J. : “El Atolodradicho”, op. Cit. p. 492