XV Conversación Clínica del ICF-E. "Homosexuales en análisis"
19/01/2015
Flash de Mary Cruz Fernández
Podría añadirse aquí que la homosexualidad masculina, conforme a la marca fálica que constituye el deseo, se constituye sobre su vertiente mientras que la homosexualidad femenina, por el contrario, como lo muestra la observación, se orienta sobre una decepción que refuerza la vertiente de la demanda de amor
J. Lacan “La significación del falo”, Escritos I, pág. 675
Respuesta de Marta Serra
AME de la ELP. Docente colaboradora del Instituto del Campo Freudiano en España. Psicóloga clínica en Institución Balmes, Centro de día para niños y jóvenes psicóticos y autistas.
Lo central en este párrafo ¿es la elección de objeto o es la posición del sujeto?
A mi entender, en tanto que “homosexualidad” está en las dos alternativas que se presentan, no es ese el punto que Lacan quiere resaltar, no es la elección de objeto lo que está tratando de caracterizar. Lo que Lacan está subrayando –como además ya lo ha hecho algunos párrafos antes, en este mismo texto, para las elecciones heterosexuales- es la distinción entre dos posiciones: “masculina” y “femenina”.
Estas posiciones y las diferencias que comportan serán ampliamente desarrolladas bastantes años más tarde en su Seminario XX, Aun, con las fórmulas de la sexuación1. Pero esa elaboración será incluso sobrepasada en su ultimísima enseñanza, para lo que requerirá de conceptos que aún no dispone en el año 1958, conceptos tales como goce, acontecimiento de cuerpo, lalengua, sustancia gozante, parlêtre...
Por tanto, propongo leer este párrafo dejando de lado que la relación sea a un objeto del mismo sexo o no -homosexual u heterosexual- para resaltar que las posiciones masculina y femenina se diferencian por estar condicionadas, aparejadas, determinadas por la prevalencia de un tipo de satisfacción de entre dos posibles: una ligada al sentido y la significación –la marca fálica, el goce fálico- y otra que, precisamente por estar fuera de sentido, busca el apoyo del amor, de las palabras de amor –el goce Otro.
Son los dos tipos de goce que Miller retomó y desarrolló, con gran precisión, en su conferencia “El inconciente y el cuerpo hablante”, como goce de la palabra y goce del cuerpo.2
Preguntarnos porque lo femenino sería más afín al goce del cuerpo y lo masculino al goce de la palabra no es sino retomar y reactualizar una cuestión que atraviesa el psicoanálisis desde sus inicio con Freud: ¿por qué la neurosis se presenta más del modo histérico en las mujeres –con el rasgo de goce del cuerpo que la conversión acentúa- mientras que es más tipo obsesivo en los hombres –con su sufrimiento del pensamiento que no es sino goce de la palabra?
Así, en la época de “la significación del falo” Lacan ya parecía anticipar que -más allá del sexo biológico de ambos partenaires- hay una modalidad de goce que localiza al sujeto en una posición masculina o femenina. Lo que permite interrogarse sobre ciertas situaciones y las “clasificaciones” correspondientes.
Por ejemplo: un humano macho, ubicado en posición femenina, que elije como partenaire un humano macho en posición masculina ¿podemos considerarlo homosexual? La respuesta, desde el punto de vista del sexo biológico de los partenaires es sí, pero desde el punto de vista de la posición del sujeto ya no es tan claro, porque encontramos en esa pareja dos posiciones, masculina y femenina, aunque haya un solo sexo biológico en juego. Surge entonces una paradoja: se puede denominar heterosexual a una pareja desde el punto de vista biológico pero que, desde el punto de vista subjetivo, sea radicalmente homosexual. Y viceversa.
Entonces, para nosotros analistas, la cuestión central es: ¿cómo se considera el propio parletre? Pese a que algunos sujetos se presenten aceptando estar marcados por el significante homosexual que el discurso social les atribuye, Lacan nos enseño a evitar contentarnos con las clasificaciones y las categorías, orientándonos más bien a pesquisar la singularidad, Esa pesquisa se hace sobre las contingencias, sobre las identificaciones, sobre los avatares de la vida...
A veces -como es el caso ahora con “Homosexuales en análisis”- nos apoyamos para nuestras conversaciones en un título que es una categoría, pero es solo como punto de partida. Sin duda alguna, los casos que trabajaremos nos permitirán ir más allá de esa clasificación y abordar sus paradojas.
1 Lacan J., El Seminario, Libro XX, Aun, Buenos Aires, Paidós, 1975.
2 Miller J.-A., “El inconciente y el cuerpo hablante”. Lo real puesto al día, en el siglo XXI, Buenos Aires, Grama, 2014, pág. 328.