3 Preguntas a...

XV Conversación Clínica del ICF-E. "Homosexuales en análisis"

Estibaliz Cotos

Psicóloga/Psicoanalista. Participante desde el 2003 de la SCB-ICF, del SCF y de los diferentes espacios de la ELP CdC.

Pregunta de Alejandra Atencio

Freud en su texto “Las teorías sexuales infantiles” (1908) (Vol. 9, pág. 192-193) enuncia lo siguiente: “La primera de estas teorías se anuda al descuido de las diferencias entre los sexos, que al comienzo de estas consideraciones destacamos como característico en el niño. Ella consiste en atribuir a todos los seres humanos, aun a las mujeres, un pene, como el varoncito conoce en su cuerpo propio”. (…)”El efecto de esta “amenaza de castración” es, en su típico nexo que tiene por esta parte del cuerpo, superlativa y extraordinariamente profundo y duradero. (…) Los genitales de la mujer, percibidos luego y concebidos como mutilación, recuerdan aquella amenaza (de castración) y por eso despiertan en el homosexual horror en vez de placer”. A partir de este período de la obra freudiana: ¿Qué lugar se le puede dar a la madre fálica en la elucidación freudiana de la homosexualidad masculina? ¿Qué lugar le da el autor a la amenaza de castración y al horror frente a la castración materna en la constitución de la homosexualidad masculina?

Tal como nos plantea Freud  la representación de la mujer provista de pene queda fijada en el niño. Si resiste los influjos de la vida posterior, esto vuelve al varón incapaz de renunciar al pene en su vida sexual, viéndose precisado a convertirse en homosexual y buscar objetos sexuales entre hombres, que por caracteres somáticos y/o anímicos recuerdan a la mujer. De este modo la mujer verdadera se vuelve inaccesible pudiendo llegar a despertar el horror.  Emerge en este periodo la figura de la mujer fálica, como madre o su sustituto en la obra freudiana. Momento en el que adquiere correlativamente importancia la inclusión de la figura del padre.

El horror se anuda al complejo de castración por medio de la amenaza, los genitales de la mujer  al ser  concebidos como mutilados, recuerdan de este modo esa amenaza y despiertan el horror. Como nos recuerda Lucia D´Angelo en “La homosexualidad masculina”, de este modo la homosexualidad masculina es aquí definida como un modo de defensa contra la castración del otro sexo.

Pregunta de Soledad Bertrán

En el capítulo XI de su Seminario V, "Los tres tiempos del Edipo (II)", Lacan escribe: "De los homosexuales, se habla. A los homosexuales, se los cuida. A los homosexuales, no se los cura. Y lo más formidable es que no se los cura a pesar de que sean perfectamente curables" (El Seminario, Libro V - Las formaciones del inconsciente (1957-1958), Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 213). ¿A qué responde esta concepción, y qué cambio fundamental opera Lacan en la clínica para permitirnos pensar el análisis de los homosexuales fuera de la lógica de la curación de su homosexualidad?

Sabemos que Lacan en el Seminario V, respecto a la homosexualidad, plantea que en el segundo tiempo del Edipo se da un disfuncionamiento y éste da una inversión de la metáfora paterna. Es la madre la que dicta la ley al padre en un momento decisivo, y en el momento que el padre debería mediar como privador eso fracasa. Encuentra en este momento el sostén en la estructura materna. En el momento que la madre debería ser captada como privada encuentra del lado materno el lugar de seguridad. Lacan añade que esto puede ocurrir también en situaciones donde el padre ama demasiado a la madre, encontrándose en el mismo lugar del padre al que la madre dicta la ley.

Para no entender el análisis de un sujeto homosexual del lado de la curación, la orientación por el goce, por lo real, por eso que queda fuera de la cadena, nos hace salirnos claramente de esa vía. Al pluralizar los nombres del padre Lacan hace irrumpir con fuerza el objeto a, y nos orienta más del lado del goce que de la metáfora paterna.

Pregunta de Eduard Fernández

Miller señala que “lo queer subraya que, en el fondo, el goce es rebelde a la universalización, a la Ley, y reprocha a lo gay el quedarse en los límites del significante-amo masivo, en los límites del Edipo”. ("Des gays en analyse?” La Cause Freudienne, no 55, octubre 2003). En cuanto al psicoanálisis de orientación lacaniana, se parte de que si la relación sexual no existe, entonces lo que hay son relaciones sociales distintas, no reductibles a una solución identificatoria colectivizante por mucho que el Otro social sea más tolerante y esté dispuesta a otorgarla. Se trata de una invención particular, donde se acompaña al sujeto a decidir en función de su propio deseo y a conocer la causa singular que lo divide. En consecuencia, ¿podríamos afirmar la coincidencia entre ambas posturas en este punto?

Creo que pueden confluir en que tanto el psicoanálisis como la teoría queer se alejan del enfoque biologicista y psicologicista del sexo, ya que no sirven para dar cuenta de lo real en juego en la sexualidad, apuntando ambas a lo más singular del sujeto.

La teoría Queer nace como reivindicación de que el género, la identidad y la orientación sexual son formas variables de una construcción social, rechazando la clasificación de los individuos en las categorías impuestas socialmente.

Pero hay varias diferencias a mi entender, entre ellas la que rescatan varios autores de orientación lacaniana, que es la recriminación de muchas teóricas feministas a Lacan: la noción del Falo y la función fálica. Es por ello que tachan de falocentrismo a la teoría lacaniana, pese a que en muchos casos se da una lectura incorrecta con una dificultad para diferenciar el falo como significante y no como órgano.

Con la fórmula “no hay relación sexual” puede parecer que se acercan ambas teorías, pero la teoría lacaniana no pasa por borrar la diferencia sexual. Lo queer evoca algo de la elección voluntaria en relación a la sexualidad, sin tener en cuenta el inconsciente y lo real del goce que hay en juego.

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