XV Conversación Clínica del ICF-E. "Homosexuales en análisis"
15/01/2015
Flash de Alejandra Atencio
La enfermita de Freud, denominada homosexual, no se convierte en homosexual porque su padre la decepciona—hubiera podido buscarse una amante. Cuando se está en la dialéctica de la pulsión, lo que rige es siempre otra cosa.
Jacques Lacan, "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", Seminario 11. Paidós, Argentina, 2005, p. 214.
Respuesta de Francesc VilÃ
AME de la ELP. Director Sociosanitario de la Fundació Cassià Just. Miembro del Consell Assessor de Salut Mental del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya.
Así es. En esa época de la enseñanza de Lacan rige otra cosa: el objeto a que se aloja, entre la ida y la vuelta del circuito pulsional, enlareversiónde ese recorrido.
Estamos en lo de siempre. La enseñanza de Lacan está atravesada por la tensión y articulación entre significante y goce. Mi suerte está en que “solo”he de comentar el flash con la propuesta de Alejandra Atencio.
Podemos, al menos de entrada eso parece, dejar de lado el tema clínico, recurrente, de la llamada o denominada homosexualidad de la enfermita de Freud. Y ocuparnos de la reversión (verkehrung) de la pulsión. La dialéctica de la pulsión es diferente de lo que es la ambivalencia (ambivalenz) entre el amor y el odio.
Así pues, centramos el flash en la dialéctica de la pulsión, el embrollo del vaivén con el que se estructura el circuito pulsional.
En el Seminario XI Lacan muestra que se accede al goce, de manera normal, no por una acción heroica conectada al horror, como en el Seminario de la Ética, sino por la acción de la pulsión en la psicopatología de la vida cotidiana.
Este seminario sostiene una versión de la pulsión, desmontada y repensada, que hace un trayecto de ida y vuelta a partir de los orificios del cuerpo sexuado o erotizado.
En ese momento de la enseñanza el goce normal humano es producto de la parcialidad o fragmentación de las pulsiones y sus vicisitudes.
Lacan se apoya en un artilugio que forja una estrecha alianza entre significante y goce. Trata de mostrar que el goce pulsional se inserta en el funcionamiento del significante, está conectado con él. El artilugio funciona con dos operaciones lógicas: la alienación o reunión y la separación o creación.
La alienación es la operación lógica de constitución del sujeto que unifica dos conceptos freudianos: la identificación neutra al rasgo y la represión.
Y la separación retraduce, en un segundo tiempo, la función de la pulsión en la constitución del sujeto. Viene a responder a la identificación y a la represión. Ahí donde era el sujeto vacío por represión del rasgo adviene el objeto perdido, el objeto a.
Así se superpone la estructura del sujeto a la del goce. El sujeto del Seminario XI y de Posición del Inconsciente equivale a una falta-en-ser y, a la vez, se asocia a la definición de la pulsión que incluye una hiancia, un pequeño hueco o agujero, en el cuerpo.
La gran apuesta de ese período es que el psicoanálisis llegue a ser la Ciencia del Inconsciente. Hay que demostrar que el psicoanálisis está estructurado como un lenguaje deducido de la topología constitutiva del sujeto. Y el aparejo del cuerpo sexual está constituido de la misma manera que el inconsciente.
“La pulsión desempeña su papel en el funcionamiento del inconsciente debido a que algo en el aparejo del cuerpo está estructurado de la misma manera, debido a la unidad topológica de las hiancias en cuestión” Seminario XI, página 188.
Y el mito de la laminilla o hombreleta (Cap. XV del Seminario XI) pone en forma la libido freudiana como el órgano y matriz de todos los objetos pulsionales y sus equivalentes. Los objetos a traducen la significantización del goce, entre lo material y lo sustancial.“La libido es puro instinto de vida –algo relacionado con lo que el ser sexuado pierde en la sexualidad-… los objetos a no son más que sus representantes, sus figuras” (página 205, Seminario XI).
Vayamos al texto donde Freud habla de la enfermita –Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina, 1920-. Es un relato discontinuo –como la ordenación de la cadena significante- donde el método analítico aplicado al aparejo del cuerpo sexual de la enfermita ambiciona explicar la historia.
“El psicoanálisis no está precisamente llamado a resolver el problema de la homosexualidad. Tiene que contentarse con descubrir los mecanismos psíquicos que han determinado la decisión de la elección de objeto y perseguir los caminos que enlazan tales mecanismos con las disposiciones instintivas” (OC de Biblioteca Nueva página 2561).
La exposición del caso parece una narración de la Comedia del Arte. Los personajes entran y salen de las bambalinas en la representación del espectáculo. Se suceden las pantomimas y los melodramas, incluso payasadas que bordean, no sin riesgo, la muerte. Recordemos que, afortunadamente, el pasaje al acto, para salir del foco de la escena de la comedia –sie kam nieder (O.C. página 2555)- y venirse a bajo, no tuvo un desenlace trágico.
Las identificaciones a la madre, al padre, al varón, los amores y las venganzas, las sorpresas, la oblatividad y el castigo, los asuntos de la feminidad y la maternidad, los sueños de deseo o para contentar… danzan en los actos de la comedia.
Pero, si todo esto baila, es discontinuo, y se puede seriar de maneras diferentes ¿donde encontramos la constante?
En la página 2560 de las de las Obras Completas leemos: “…En la época del análisis las ideas del embarazo y del parto le eran especialmente desagradables, en gran parte a mi juicio, por la deformación física concomitante a tales estados.Su narcicismo juvenil, que no se exteriorizaba ya como orgullo por su belleza, se manifestaba aún en esta defensa. Diversos indicios hacían suponer en ella una tendencia al placer sexual visual y exhibicionista, muy intenso en épocas anteriores” (página 2559).
La mascarada de la enfermita para abordar sus relaciones sexuales, aquello que al extremo podría poner en escena la tensión entre el ideal viril y el femenino, está tramada en lo simbólico. Esa mascarada “…ejerce su actividad propia por intermedio de las pulsiones parciales, aunque esto parezca paradójico” (página 201, Seminario XI). Es un más allá de la oposición actividad-pasividad freudiana.
El exhibicionismo del sujeto, el hacerse ver, “la pulsión en su forma invertida, en su forma de retorno, que es la verdadera pulsión activa” (página 190), rige la vida psíquica del caso. Otra cosa que la Cosa del Seminario de la Ética.
La mirada colérica del padre estaba a su servicio (O.C., página 2554). “Quizá nadie encuentra la energía psíquica necesaria para matarse si no mata simultáneamente a un objeto con el cual se ha identificado” (O.C., página 2555). La mirada del Otro construye el escenario y, también, lo desmonta.