3 Preguntas a...

XV Conversación Clínica del ICF-E. "Homosexuales en análisis"

Claudia González

Psicóloga/psicoanalista. Socia de la CdC-ELP. Actualmente realiza un DEA en el Instituto del Campo Freudiano y una tesis doctoral en la facultad de filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona. Participante de los diferentes espacios de la CdC-ELP.

Pregunta de Soledad Bertrán

En 1925, en Algunas consecuencias psíquicas sobre la diferencia anatómica de los sexos, Freud plantea un recorrido y una salida diferentes del complejo de Edipo para el niño y la niña. Respecto a la niña pequeña, habla de un "descubrimiento grávido en consecuencias (...) ella nota el pene de un hermano o compañerito de juegos, pene bien visible y de notable tamaño", y "se forma su juicio y su decisión. Ha visto eso, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo" (p. 270-271, Amorrortu editores, 1996). En este sentido Freud habla de complejo de masculinidad de la mujer, que puede deparar grandes dificultades en el desarrollo hacia la feminidad. La protagonista de la película Tomboy (Céline Sciamma, 2011) es identificada por la periodista feminista Céline Mouzon ("L'invention dels trans", Devenir garçon, devenir fille, Mensuel nº 261 -juillet 2014) como "trans", incluyéndola además en la colectividad de "todos los trans". ¿Podemos pensarla a partir del planteamiento freudiano para darle otra lectura?

Me parece que sí, aunque hay que decir que cualquiera de las lecturas es meramente aproximativa, ya que lo que nos permitiría hacer una lectura más firme sería lo que sucede con la protagonista de la película a partir del momento en donde ésta termina.

Sin embargo, tomando los acontecimientos tal como aparecen en Tomboy (término que se refiere a una niña que se comporta de una manera usualmente considerada de niño[i]) me parece crucial la frase de Freud contenida en la pregunta: “sabe que no lo tiene y quiere tenerlo” . Esto es puesto en evidencia en la película de maneras diversas en tanto la niña se identifica con un niño y actúa como tal, incluso cuida que su cuerpo parezca el de un niño fabricándose a sí misma un pene de plastilina, que coloca dentro de su bañador para que los demás lo vean.

El complejo de masculinidad o penisneid corresponde a una suerte de extravío, en el que el sujeto femenino confunde la pregunta de ser o no ser el falo con la de tenerlo o no tenerlo; de la misma manera, confunde el no-toda fálica (propio de la posición femenina) con un no tener suficientemente el falo. Diferencia en la que hay que distinguir el no hay significante de la mujer (no hay La Mujer) del no tener el órgano fálico masculino.

El comentario de la periodista, tomando en cuenta el final prematuro de la película, nos indica hasta qué punto en nuestra época el sujeto necesita respuestas en términos identitarios complaciéndose con resolver las inconsistencias del sexo forzando categorías de género en donde todo acaba en el mismo saco.

[i] “A girl who behaves in a manner usually considered boyish.” Merriam-Webster Dictionary. En línea.

Pregunta de Héctor García

En su conferencia ‘Des gays en analyse’1, Jacques-Alain Miller sitúa el eje de su argumentación en torno del leitmotiv lacaniano “no hay relación sexual”. En un primer momento nos recuerda sin embargo que, en lugar de la relación sexual que no hay, Lacan pudo enunciar “hay del lazo social”. “Del”, no “El”. Lo cual, en el campo de lo humano, puede traducirse por un: ‘a diferencia de los animales, para el humano lo social no recubre lo sexual’.En un primer tiempo del psicoanálisis, el mito edípico permitió sostener una clínica afín a la idea de normalidad. Con su difícil concepto de ‘père-version’2 Lacan puso encima de la mesa que el Edipo era una solución perversa entre otras, que consiste nos dice Miller en “volverse hacia el padre en tanto se ocupa de una mujer, para barrarla, y también para saturarse de ello”.¿Podría explicar esta definición? ¿Es distinta esta forma de concebir el Edipo del Edipo freudiano? ¿Cuál sería la forma clásica de articular lo social, lo sexual y el padre en la obra de Freud?

1 Miller, Jacques-Alain. (2003). Des gays en analyse : intervention conclusive au colloque franco-italien de Nice sur ce thème. La Cause Freudienne, 55, pp. 45-50.2 El término ‘père-version’, que significa versión del padre, es homófono del término ‘perversion’, que significa perversión.

Que un padre se ocupe de una mujer de esta manera quiere decir que opere separando al niño de su madre, que sea él quien introduzca que esa madre desea algo más allá del niño. Pero escribirlo en los términos que usa Miller supone acentuar fuertemente a la mujer que hay en la madre, no tomar su condición de mujer como accesoria con respecto a la maternidad. Ya desde el análisis de Juanito leemos algunos de los efectos que puede tener en el niño que el padre no se ocupe de la madre como de una mujer. En esto, por otra parte, hay que destacar el acento de que no se trata de la madre como la mujer, sino como una. En todo caso, lo que le resulta eficaz al niño para separarse de su madre y, al mismo tiempo, para ubicarla como barrada, es decir en tanto algo le falta, es volverse hacia el padre, lo que implica también una operación del propio sujeto y no sólo algo que el padre haga o no haga.

Que no sea el niño el que carga con la madre sino que sea el padre quien se ocupa de ello le deja, en la vía edípica, la salida de la identificación con el padre y la pregunta por ¿qué quiere mi madre? sin ser él quien se sienta llamado a obturar esa falta. De alguna manera, esto, ya está planteado en la fórmula clásica de la función del nombre del padre. Pero decirlo así implica pensar la función paterna también como un hacerse cargo, un cargar con algo del goce de la madre como mujer, de un modo que incluye un real.

Esta cuestión nos llevaría a hablar, por ejemplo, no solo de la fobia sino de la denegación de la castración que escuchamos en algunos casos. Me parece que en esta definición Miller intenta explicar el edipo freudiano desde esta nueva perspectiva que contempla al Edipo mismo como una más de las soluciones perversas que el sujeto puede escoger.

Es éste, el Edipo y su ocaso, la manera clásica de articular lo social, lo sexual y el padre en la obra de Freud. Pero, incluir al Edipo como una más entre las soluciones perversas implica reconocer que en él algo de lo real del goce está en juego y que se debe ir más allá. Si no se puede pensar el Edipo como una especie de “sublimación” perfecta del goce, es porque está en el centro de su propia operación. Lo social y lo sexual no se pueden articular más que de un modo sintomático, y en este sentido es que el Edipo es un síntoma entre muchos más.

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