XV Conversación Clínica del ICF-E. "Homosexuales en análisis"
Semana del 9 al 15 de febrero
Una foto sobre la homosexualidad en Rusia gana el World Press Photo 2014
El autor es el danés Mads Nissen (1979). Nissen estuvo dos años en suelo ruso para documentar los problemas afrontados por los homosexuales. Visitó clubes y fue testigo de la violencia con que eran reprimidos por las fuerzas del orden en plena calle.
Publicada por el diario Politiken (Dinamarca), es el resultado del trabajo de Nissen sobre la homofobia en Rusia, país que aprobó en 2013 una ley prohibiendo "la propaganda de relaciones sexuales que no sean tradicionales".
El País. Cultura, 12 de febrero de 2015
Texto Ganymède, ni made in gay, Eric Laurent
Las superficies topológicas de Lacan nos han habituado a la situación de un sujeto y de un objeto que no están en una relación de exterioridad unívoca. La relación de extimidad, tematizada en la enseñanza de Lacan por Miller es la mejor forma de nombrar esta “exclusión interna” que provoca el objeto libidinal en el sujeto. El espacio topológico de la sociedad de las normas define un lugar del Otro donde el objeto libidinal está en continuidad a pesar de estar separado. El derecho y el revés no se oponen como contrarios.
El Lugar éxtimo del objeto sexual en el espacio de la civilización aquí desplazada por la sociedad de las normas nos permite leer por oposición el estatuto del objeto erótico en otras formas sociales. Consideremos por ejemplo el mundo del mito griego .... El estatuto del objeto erótico, fuera hetero u homosexual, era el de estar separado del mundo. Fuera del mundo. Es el sentido del extraño estatuto del tema del “rapto” en el imaginario mítico. Aquel de Ganimedes epónimo del bello adolescente en el mundo griego… Ganimedes, objeto homo erótico tendrá su suerte ligada a aquel de la bella Helena en el ciclo de Troya. Los dos juntos definen el estatuto catastrófico del espacio erótico en el mundo del mito, ya sea homo o heterosexual.
De la Wikipedia:
«Ganimedes fue secuestrado por Zeus en el monte Ida, en Frigia . Ganimedes pasaba allí el tiempo de exilio al que muchos héroes se sometían en su juventud, cuidando un rebaño de ovejas o, alternativamente, la parte rústica de su educación, junto con sus amigos y tutores. Zeus lo vio, se enamoró de él casi instantáneamente, y enviando un águila o transformándose él mismo en una lo llevó al monte Olimpo. En el Olimpo, Zeus hizo a Ganimedes su amante y copero, suplantando a Hebe. Todos los dioses se llenaron de gozo al ver la belleza del joven, salvo Hera, la esposa de Zeus, que lo trató con desprecio...»
Comentario de Jacques-Alain Miller sobre el libro "De la Abyección" de Marcel Jouhandeau. El Cobre Ediciones de Barcelona,2006
«Este término abyección, produjo una polémica. Lacan estaba sostenido en la idea que él tenía que vérselas con la abyección de sus colegas psicoanalistas, y es con esta mira que se emplea la palabra si recuerdo bien tres veces en los Escritos. Pero esta palabra abyección también tiene un alcance teórico en la medida en que el psicoanalista, a favor o en contra de Lacan, es asignado por él a la posición de objeto a minúscula, y este objeto como le ocurrió decirlo más adelante, es también un abyecto.
De una manera general, el goce en sus raíces, se hunde en la abyección.
¿Cuáles son loa antónimos de esta palabra? La dignidad. El honor. Pero el honor solo se sostiene en el significante, que lo conduce al ideal. Y es eso lo que obligó a Freud a prolongar su teoría de las pulsiones con el cortocircuito de la sublimación, con el circuito que sigue el goce, en su fondo abyecto, para alcanzar a las realizaciones más conmovedoras de lo Bello, de lo Bueno y del Bien. Cuando decimos que el objeto a minúscula es un deshecho, lo calificamos, de hecho de abyecto, objeto de aversión, de asco y de repulsión, quien al mismo tiempo constituye el plus de gozar. En la experiencia analítica, lo que concierne a lo más íntimo del goce toma siempre la forma de la confesión de lo que merece atraer el desprecio, oprobio, como lo indica el diccionario, la abyección es el grado extremo del rebajamiento. El sujeto del significante, el de la palabra, no lo alcanza, no conciente en confesarse su relación con más que testimoniando que la repulsión acompaña, es inseparable de la atracción invencible que experimenta en esa relación.
Entonces, saber la dilección de Lacan por la palabra abyección me condujo hace tiempo a leer, y a partir de allí a releer, quizás a reverenciar un librito del que creo nunca haber hablado, de un autor que no es de mis favoritos por muchas razones, pero que tiene el coraje de intitularse De la abyección. Es de un autor francés, que pasaba, en los bellos tiempos de la NRF, por escribir una lengua admirable. Era muy admirado en otros países, por ejemplo por escritores alemanes –Jünger le rinde homenaje– y eso lo conduce, hay que decirlo, a admirar un poco demasiado a Alemania, en un tiempo en que esta potencia, a partir de ahora amiga, ocupaba el territorio francés. No hay dudas que en lo concerniente a la abyección, conocía bastante.
Dedicó esta obra a otra luminaria de la NRF, con quien Lacan tenía algunos debates, Jean Paulhan, el autor del Guerrero aplicado, le dedicó, en el borde de la desaparición, este escrito: Mi querido Jean, Recibe este texto como un documento que concierne a cualquiera y que no consentí en dar porque estuve tentado de destruirlo. En la parte que parece no concernir a nadie, sino a sí mismo, da cuenta de lo que llama la inclinación monstruosa, que había descubierto en sí mismo a la edad de doce años, y que lo había decidido a suicidarse. Sobrevivió. Sobrevivió para dudar entre casarse o entregarse a Dios exclusivamente –muy creyente–. En definitiva, se casó, escribió por otra parte horrores sobre su esposa (risas) y se entregó, con una cierta constancia e incluso frenesí a su inclinación, que hoy parece bien inocente –el libro es de 1939– la homosexualidad.
Recomiendo la lectura puesto que yo mismo la hago. Y como es hoy la última vez que nos vemos este año universitario, voy a hacer una pequeña lectura de un pasaje, una variación sobre el tema. Descubrir su verdad –que estos días yo entendía como digno, digno, este pasaje de abyección–. Descubrir su verdad no es ni adivinarla, ni rozarla, ni oler el perfume, ni percibir el reflejo, admitiendo que sea inaprensible ella misma, ni tampoco comprenderla al punto de poder explicarla: es a pesar de uno mismo, sin saber porque ni cómo eso se hace, estar poseído por ella de la cabeza hasta los pies, de la uña de los pies y de los dedos a la punta de los cabellos, de todos sus sentidos hasta lo más recóndito del alma, no respirar más que a ella, no ver más que a ella, no escuchar y no tocar más que a ella a través de todas las cosas, no obedecer sino a ella, no dirigirse más que a ella, no desear y no temerle sino a ella, no estar sino con ella y que ella no haga sino uno con vosotros que esta verdad sea de un orden elevado o de un orden bajo y que sea "la Verdad" absolutamente, provista como sea la vuestra o la mía únicamente y que enteramente me habita. Y poco importa que me lo explique, con tal que me explique yo mismo y el resto. Incluso si no tiene valor más que para mí y tanto más que no es válida sino para mí, que es accesible solo par a mí, con tal que me dé la palabra del enigma, que determine la suerte de cada uno de mis gestos, que ritme mi paso, que ilumine desde el interior de mis pensamientos y que galvanice mis palabras, anime mi rostro, disponga de mis lágrimas, regle mi sonrisa ,ordene a la sombra inefable de mis tristezas que me cubra o que me deje: es solo ella la que Me libra a una voluptuosidad que soy el único en reconocer, solo ella la que libera en mi "mi placer"; gracias a ella ya no estoy perdido, en la búsqueda, la búsqueda de mi secreto, lo recubro; e incluso si yo fuera el mas desdichado de los hombres y debiera yo pagarlo con mi maldición, no me preferiría a nadie, en la imposibilidad en que estoy de renunciar, diría, a la verdad, quiero decir, a tal recuerdo o a tal emoción o a tal esperanza que le debo que me confirmen en mi obstinación a permanecer en el ser y en mi ser, no queriendo a ningún precio otra cosa que mi identidad, mi singularidad.
La verdad de la que se trata, en el contexto del pequeño libro de donde se extrae este fragmento –pero es un libro hecho de fragmentos–, en este contexto, pero también podemos entreverlo en la declinación de esta verdad, esta verdad, es el goce. Y aquí, noten que, para aquel que escribe, se trata de una voluptuosidad infame.
Podríamos tomar esto como el estado de un sujeto después del atravesamiento del fantasma. Salvo que Marcel Jouhandeau parece haber prescindido ampliamente de un análisis, y salvo que no hay que buscar su verdad en el fantasma. Esto ocurre a nivel del sinthoma, a nivel de lo que es su vida, entera y completa, y sueña aquí con que el goce le dé su unidad. Lo que nosotros llamamos el sinthoma puede pasar por ser la unidad de una vida –no concentrada en este elemento equívoco que llamamos el fantasma–.
Pero finalmente, he querido, para terminar el año, hacer resonar este pasaje que considero como esclarecedor. Si Lacan apeló a Jean Paulham y a su Guerrero aplicado para dar una idea del pase como atravesamiento del fantasma, no veo porqué no apelaría yo aquí a Marcel Jouhandeau para darnos alguna idea del pase a nivel del sinthoma. Puesto que aquí dice él también cómo se arregló con su inclinación monstruosa; y este arreglo culmina en la afirmación de su singularidad, podemos decir, eterna, puesto que juega su partida –la suya– frente al ser divino.»
Jacques-Alain Miller
Curso "Cosas de Finura en Psicoanálisis", 10 de junio 2009
Si es eso lo que dijo Freud al introducir la función del amor narcisista, el problema es, todo el mundo lo siente, o ha sentido, el problema es cómo puede haber amor por otro.
Jacques Lacan
Seminario Aun, pág. 61. Enero de 1973
Notas "Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad" (1921[1922]), S. Freud. Obras completas, vol XVIII. Amorrortu editores.
Freud distingue tres grados distintos de celos: los concurrentes, los proyectados y los delirantes. Si bien en los celos concurrentes pueden ser experimentados de un modo bisexual, en relación a la homosexualidad son los celos delirantes los que presentan mayor interés. Como en los celos proyectados, se apoyan en fantasías inconscientes pero la diferencia radica en que tales fantasías son siempre de carácter homosexual. Es la persona más querida del mismo sexo la que se convierte en perseguidor. Freud se pregunta entonces a qué se debe tal inversión en el afecto y responde que ésta se debe justamente a una protección contra el impulso homosexual que convierte el amor en odio.
Posteriormente, en base al estudio de dos casos, Freud destaca que en las psiconeurosis, sean del índole que sean, los factores cuantitativos priman sobre los cualitativos. Fantasías inconscientes pueden convivir durante mucho tiempo con el sujeto sin mostrar problemática alguna. Es la intensificación de una carga psíquica (sea vía las resistencias o las fantasías mismas) las que pueden convertir a éstas en patológicas.
Finalmente, debido a la importancia de los impulsos homosexuales en los celos delirantes y en la paranoia, Freud opta por profundizar el estudio en relación a la homosexualidad y aquellos procesos psíquicos que dificultan la elección de otro que no sea del mismo sexo. En primer lugar, tenemos la identificación a la madre y la consecuente búsqueda de objetos eróticos que sean susceptibles de ser amados como la madre lo amó a él. En segundo lugar, la elección narcisista de objeto y la importancia dada al órgano viril que incapacita la elección de un objeto amoroso que carezca de él. Posteriormente, el miedo o respeto al padre que imposibilita entrar en competencia con él en la elección de objeto. Los dos últimos aspectos harían referencia al complejo de castración y el último concretamente al temor de castración. Finalmente habría que añadir una prematura fijación de la libido y la posición pasiva en cuanto al factor orgánico.
Sin embargo, todos estos puntos recién trabajados habían sido ya elaborados en obras anteriores de Freud. Lo realmente novedoso de este estudio tiene que ver con otro mecanismo de elección homosexual de objeto que es explicado justo al final y que convive con los anteriores. Tiene su origen en la muy temprana infancia y con el despertar de unos celos intensos por el posible amor de la madre hacia otro niño. De ahí que generalmente el rival sea un hermano mayor. Tales celos se traducen en una agresividad que puede incluso llegar a desear la muerte de este último pero que rápidamente son reprimidos por medio de la educación y de la impotencia permanente de tales impulsos hasta el punto de transformar por completo estos últimos y convertir a lo que antes había sido el rival en el primer objeto de amor homosexual. Es decir, se produce un proceso inverso al de la paranoia puesto que ya no se trata de que el objeto de amor pase a ser el objeto persecutorio y odiado sino que el objeto odiado se convierte en objeto de amor. Los impulsos agresivos inconscientes reprimidos, al no ser susceptibles de realización, pasan a ser impulsos amorosos y sociales de identificación como reacción.
Esto podría explicar, según Freud, por qué un gran número de homosexuales se caracterizan por unos impulsos sociales y un interés por lo colectivo prominentes debido a su temprano vencimiento de la rivalidad masculina.
Rasgos de perversion en las estructuras clinicas. Fundación del Campo Freudiano 1990. Manantial
Anexo: Bibliografía sobre sexualidad femenina y perversión. Págs. 332/337.
BITÁCORA LACANIANA Nº 3. El goce femenino. Revista de psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL)
Modalidades de lo femenino
La libertad de los modernos es el individualismo, es considerar que la sociedad no debe tener fines colectivos y que están los goces privados donde ella no intervine.
Jacques-Alain Miller
El Otro que no existe y sus comités de ética, pág. 51. Paidos, 2005
Orden social y sexuación: investigaciones antropológicas y sociológicas
Algunas referencias bibliográficas sobre la homosexualidad en los post-freudianos