XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Bibliografía

Semana del 20 al 26 de febrero de 2017

Presencia del analista en la presentación de enfermos

No obstante, cierta suavidad mía al acercarme a ella, había hecho que, luego de cinco minutos de entrevista, estuviéramos en buenos términos y me confiesa entonces, con una risa de concesión, que al respecto ella no era totalmente inocente, porque ella también había dicho algo al pasar. Me confiesa ese algo con más facilidad que lo que escuchó: Vengo del fiambrero

Jacques Lacan. Seminario 3. Las Psicosis (p. 75).


Lacan consiguió subvertir la manera en que el paciente psicótico era tratado por la psiquiatría clásica en las presentaciones de enfermos. Hasta entonces el enfermo había sido tomado como un objeto a presentar a un público deseoso de saber, de un saber académico, universitario. Se mostraba al individuo a título de ilustrar tal o cual patología que venía a confirmar tal o cual diagnóstico, según un saber cerrado, preestablecido. Frente a la tradición del cuadro clínico, Lacan opondrá la clínica del caso, de un saber particular del caso por caso. Al plantearse este espacio como una conversación, al crear un diálogo con el paciente, apostará por dar la palabra al sujeto que allí se supone, prestándose a ser testigo de su verdad.

En este comentario me interesa destacar los sutiles detalles, discretos, que atestiguan la Presencia del Analista en la presentación de enfermos: el tacto que muestra con "esa cierta suavidad" al acercarse, esos "cinco minutos" que se toma para crear los "buenos términos" y hacer surgir así un efecto de verdad, como dice Lacan a continuación de la cita: "lo importante no es comprender, sino alcanzar lo verdadero". Efecto de verdad que emerge cuando opera en acto el deseo del analista.

La presentación de enfermos consiste en una práctica clínica, al mismo tiempo que es un método de investigación para el desarrollo de la teoría lacaniana de las psicosis. De aquí el interés en reflexionar sobre la posición del analista entrevistador, su lugar en el dispositivo y la enseñanza que transmite.

Esta práctica solo se sostiene preservando el vacío en el que se inscribe el deseo del analista  en la experiencia. Cómo se verifica esta función entonces, dado que no está garantizada de entrada. Será a través de la escucha, los momentos de tensión, el estatuto de los silencios… no dando por supuesto el sentido de lo que se dice – Lacan se tomaba su tiempo para comprender-.  Será a través de intervenciones que sostengan el discurso del entrevistado, poniendo el cuerpo del analista, pues hablar, tomar la palabra, incluye el cuerpo; la presencia implica poner el cuerpo. Será a través de la sorpresa, dejándose sorprender por ese encuentro único, por la captura de aquello que ese sujeto psicótico ha encontrado como solución singular a la irrupción de goce.

Pero cuál es la enseñanza que se transmite en este dispositivo, si como dice J-A Miller en "Enseñanzas de la presentación de enfermos": "Enseñanza, Lacan no profesa ninguna en ese lugar. Lo que se aprende se capta al vuelo, de la boca de uno o de otro, y nunca se está demasiado seguro de asir algo con la mano, o nada". Parece pues que no es necesario que haya enseñanza para que haya aprendizaje y en todo caso lo que se aprende sería contingente. Ahora bien, lo que Lacan nos transmitió al exponerse solo, sin Otro, lo que nos enseñó (y esto es una perla) es que el expuesto es el analista y lo que se expone no es al enfermo sino la respuesta  del psicoanálisis a las psicosis. El psicoanalista sólo soporta lo real, "lo real como imposible de soportar".

Para concluir, me gustaría establecer un paralelismo entre la posición del analista y el "Noli me tangere" del evangelio de S. Juan (Juan 20, 15-17). Este tema de la resurrección de Jesús fue muy tratado en la iconografía tardomedieval y en el renacimiento, inspirando a varios pintores. El episodio transcurre después de la resurrección, cuando Mª Magdalena descubre el sepulcro de Jesús vacío y estando llorando por la muerte y desaparición del cuerpo, se le apareció el Resucitado, a quien no reconoció, embargada por la pena como estaba; sin embargo, al ser llamada por su nombre propio reconoce a su Dios y Maestro. Llevada por su amor intenta tocarlo pero Jesús la frena en su ímpetu, diciéndole: "Noli me tangere", "no me toques" –literalmente- y la envía a comunicar a los demás la noticia de su subida al Padre.

Entre los judíos el testimonio de una mujer no tenía ningún valor, por lo que Jesús inaugura una nueva etapa al elegir a una mujer como testigo primero de su resurrección, haciendo valer su testimonio sobre el de los varones discípulos, otorgándole así un lugar de plena dignidad.

Del mismo modo que la mujer, el loco tampoco tenía valor para la psiquiatría. Fue preciso el advenimiento del psicoanálisis con Freud y después con Lacan para que la palabra del loco fuera tomada en su valor de verdad. Advertido el analista de la dimensión del amor en su vertiente erotomaníaca, será preciso que se mantenga a una cierta distancia, "Noli me tangere", instituyéndose como lugar vacío de saber y de goce, pero no de deseo. Y esto en una presentación de enfermos se capta al vuelo… o no.

Trinidad Cámara Palop

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