XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Bibliografía

Semana del 13 al 19 de febrero de 2017

Bibliografía razonada: "El caso de los sesos frescos"

  • Melitta Schmideberg. "Inhibición intelectual y trastornos del apetito". Bibliográfica. Referencias de la dirección de la cura. Reedición. 1934.
  • Ernest Kris. "La psicología del Yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica". Bibliográfica. Referencias de la dirección de la cura. Reedición. 1951.
  • Jacques Lacan. "La dirección de la cura y los principios de su poder". Escritos 2. Editorial Paidós. 1958.
  • Jacques Lacan. "El deseo y su interpretación". Seminario VI. Cap. XXVII. Editorial Paidos.1959
  • Jacques Lacan. "La angustia". Seminario X. Cap. IX. Editorial Paidós. 1963

En el caso de los sesos frescos hay dos particularidades importantes a señalar. En primer lugar, sobre un mismo caso convergen tres lecturas publicadas, de diferentes analistas, de distintas orientaciones clínicas. Ello supone también, distintas posiciones del analista en una cura:

  • La de Melitta Schmideberg, la primera analista del paciente, próxima a la IPA y a Glover y alejada definitivamente de Melanie Klein, su madre;

  • la de Ernest Kris, segundo analista del paciente, cuya práctica bajo los postulados de la Psicología del Yo y en especial de Anna Freud, le hizo decir a Lacan con ironía: se trata de "un autor valioso y especialmente sensible, por su prosapia, a la interpretación". Kris  publica el texto de 1951 con la pretensión de distanciarse también del psicoanálisis kleniano.

  • y la de Lacan, que tomará el caso en un inicio y entre otras razones, para ahondar en las diferencias entre la Psicología del Yo y el Psicoanálisis.

Por otro lado,  Lacan se refiere al caso en reiteradas ocasiones desde el inicio de su enseñanza. Podemos situar sus comentarios en cinco seminarios: I, III, XI, X y XIV, y en dos escritos: "Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud" y  "La dirección de la cura y los principios de su poder".

Tomaré aquí el último escrito mencionado y los seminarios VI y X.

Como se sabe, el paciente era un sujeto muy inhibido intelectualmente, al punto de sentirse inepto para publicar sus investigaciones. Estaba bajo la presión constante de un impulso a plagiar que parecía no poder dominar. Esto aparecía regularmente en relación a un profesional amigo suyo, con el que mantenía conversaciones intelectuales.  "Tal era el drama subjetivo", dice Lacan.

Melitta entendía el temor a plagiar como la recurrencia de una delincuencia infantil: el sujeto robaba golosinas y libros de pequeño. Por tanto, el conflicto inconsciente ya estaba en el pasado: el temor a plagiar y la inhibición intelectual en el adulto, eran los mecanismos usados para eludir el conflicto de los impulsos orales que comandaban al paciente. Según su argumentación, "para la producción intelectual, lo más ventajoso es la identificación con la madre buena que brinda alimentos y saber" (1).

Ernest Kris no desmerece el trabajo de Melitta, pero dice que en la época en que ella lo analizaba, más de 15 años atrás, Melitta no contaba con los avances de la Psicología del Yo como para obtener otros efectos. Así que él se arroga el hecho de retomar el caso desde una interpretación más metódica. ¿Qué supone esto?: Explorar la superficie. Entendía que en el caso había una desmesura de las defensas yoicas, lo que lo animaba a mostrarle a ese Yo, que sus identificaciones eran insensatas.

Un día el paciente le dice a Kris que justo cuando estaba a punto de lograr publicar un trabajo, descubrió en una biblioteca un tratado en el que se desarrollaba la misma idea central de lo que él quería publicar. Es decir, el paciente decía: ya he plagiado, mi idea está en ese tratado. Kris alertado por el tono de satisfacción y excitación que escuchó en el relato, se puso a indagar sobre el texto descubierto por el paciente. Hizo "un amplio escrutinio" comprobando que lo que el paciente decía no era tal, así que le dijo: "Ud. pretende ser un plagiador para impedirse a sí mismo serlo de veras". Esto para Kris era darle un nuevo insight al paciente como punto de partida.

¿Qué cuestiona Lacan en "La dirección de la Cura y los principios de su poder"? que mientras Ernest Kris verifica en la realidad: tú no robas ideas, procurando una desidentificación del síntoma, en realidad, hace uso de un poder: intenta sugestionar. Y que esta interpretación, lejos de apuntar a una rectificación subjetiva, confunde dos niveles en lugar de diferenciarlos: el nivel de los dichos del paciente y el nivel de la realidad. Dice Lacan aquí: "a esto le llaman analizar la defensa antes de la pulsión. Esta intervención es errónea por el solo hecho de que supone que defensa y pulsión son concéntricas y están moldeadas una sobre la otra".

Kris continúa argumentando el caso: el padre del paciente era alguien que no había dejado huella en su campo de conocimiento, así pues, las inhibiciones intelectuales del paciente se debían a una identificación con él, mientras que por el contrario el abuelo paterno era un científico distinguido. Para muestra, un sueño edípico contando por el paciente: "una batalla con el padre en la que los libros eran armas y los libros conquistados eran tragados durante el combate". Dice Kris: "Esto se interpretó como el deseo de incorporar el pene del padre y se podía relacionar con una etapa determinada, cuando en su infancia el padre lo llevaba como compañero de pesca: 'el deseo por el pez más grande' y el recuerdo de intercambiar y comparar peces… podía enmascararse hasta el desplazamiento decisivo… de ideas que uno pudiera tomar de los otros" (2). De esta segunda interpretación, Lacan se burla abiertamente, diciendo que quizás el abuelo tenía algo que ver en el asqueo intelectual del padre.

Pero lo esencial es lo que sigue:

Tras esta intervención de Kris, sobreviene un silencio prolongado y de pronto el paciente cuenta que desde días atrás, al salir de sesión, ronda por los restaurantes cercanos buscando en las cartas ofrecidas, sesos frescos.  "Esta confesión del paciente tiene el valor correctivo de un acting out", dice Lacan denunciando que el valor correctivo en la dirección de la cura tuvo que ser introducido por el paciente, porque el analista no supo leerlo. "No es que el paciente no robe lo que importa aquí: quitemos el no. Es que roba nada. Y eso es lo que habría que haberle hecho entender. No es la defensa contra la idea de robar, lo que le hace creer que roba: lo que le hace creer que roba es la posibilidad de que pueda tener una idea propia, algo de lo que no tiene ni la menor idea, o apenas" (3). 

Continúa Lacan dirigiéndose a Kris: "Habla Ud. de Melitta Schmideberg como si ella hubiese confundido delincuencia y Ello, pero no estoy seguro y el título del texto de ella 'Inhibición intelectual y trastornos del apetito' me sugiere una metáfora", aludiendo a que Melitta, al menos, establecía una relación entre el síntoma y el objeto oral, con lo cual estaba bastante mejor orientada.

Una vez situado la nada como objeto, Lacan continúa en el escrito de 1958: se trata de "anorexia en cuanto a lo mental en este caso, en cuanto al deseo del que vive la idea". La idea vive del deseo y aquí justamente falta. "Es necesaria otra topología (la del grafo, en ese momento conceptual) para no equivocarse en el lugar del deseo".

Es esa dimensión abolida del deseo en el acting out, la que es retomada por Lacan meses más tarde, en el último capítulo del Seminario VI. Dice allí "finalizaré con una observación que introduce el lugar, donde nosotros, los analistas, debemos situarnos en relación al deseo". En el acting out "reacciona la dimensión propia del sujeto cada vez que la intervención intenta colapsarla, comprimirla… a datos objetivos coherentes con los prejuicios del analista". Por el contrario, "el deseo enseña una dimensión que siempre está latente pero también presente…en una relación de interacción con la estructura social". Y continúa: "La experiencia del analista debería enseñarnos cuan problemáticas resultan las normas sociales, cuanto hay que interrogarlas y que lejos de su función de adaptación se encuentra su determinación". Advierte al analista: confundir subjetividad con realidad, es ignorar que esta última también está determinada por el sujeto de deseo.

En el Seminario X, capítulo 9, da un paso más:

Si el acting out, a diferencia del pasaje al acto, trae a escena "el resto aborrecido por el Otro" para ser mostrado al Otro, es decir, está dirigido al analista si el sujeto está en análisis ¿qué posición conviene al analista?

Lacan propone y orienta: Opción 1: ¿prohibirlo?, naturalmente (esta opción) hace sonreír…". Opción 2: ¿Reforzar el yo mediante identificación? Una identificación con el yo del analista supuso una crisis maníaca en un fin de análisis, según enseñó Balint. (Me permito agregar: ¿una identificación a las figuras edípicas como proponía Melitta? Sabemos que supone un agravamiento sintomático). Opción 3: ¿Interpretarlo? Si, dice Lacan. El acting out llama a la interpretación, con la particularidad de que no hay que esperar a que la transferencia esté establecida para interpretar el acting out porque éste ya es un esbozo de transferencia, aunque se trate de una transferencia salvaje.

Así es como de la mano del paciente de los sesos frescos entonces, llegamos a una enseñanza fundamental de Lacan sobre la posición del analista: se trata de un analista al que no le conviene desentenderse de la insurrección del objeto a. (4)

  1. Melitta Schmideberg. "Inhibición intelectual y trastornos del apetito". Bibliográfica. Referencias de la dirección de la cura. Reedición. 1934.
  2. Ernest Kris. "La psicología del Yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica". Bibliográfica. Referencias de la dirección de la cura. Reedición. 1951. Pág. 153.
  3. Jacques Lacan. "La dirección de la cura y los principios de su poder". Escritos 2. Editorial Paidós. 1958. Pág. 573.
  4. Jacques Lacan. "La angustia". Seminario X. Cap. IX. Editorial Paidós. 1963. Pag.142.

Lorena Oberlin Rippstein

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