XVII Conversación Clínica del ICF-E. "Presencia del analista en la cura"

Bibliografía

Semana del 6 al 12 de febrero de 2017

Un analista reflexiona

"Recorridos"
Patrick Monribot
La colección de la Escuela lacaniana de Psicoanálisis nº 11
Editorial: ELP
2016

Fue magnífico leer el libro de Patrick Monribot, esencialmente su capítulo de "Recorridos clínicos" puesta la mirada en la próxima conversación "presencia del analista", en forma de obra de arte donde, más que mostrar algo, el recorrido "aguijonea" ( al estilo de Roland Barthes) la misma presencia del analista.

Monribot realiza justamente un espléndido recorrido partiendo del síntoma, atravesando la interpretación lacaniana, analizando el parlêtre, para finalizar en la vitalidad del psicoanálisis:

  1. Acerca del síntoma, el autor menciona ( dependiendo de la estructura clínica) que será "esencial apostar por la función del síntoma. Si el psicoanálisis no es hoy obsoleto... es porque se apoya en el síntoma. El analista debe poder intervenir en el buen momento con el fin de hacer aparecer dicho trastorno por lo que es: una respuesta activa del sujeto frente a un enigma que llama a la elaboración de un saber.Un acontecimiento que implica al sujeto" Continúa: "Es indispensable que algo perdure de la función sintomática para tratar el goce incurable que es el objeto irreductible de la pulsión." Elegirá entonces un caso clínico extraordinario, que recomiendo su lectura: " El panorama es el siguiente: Ella es hija de un carnicero, hermana de un charcutero, su madre vende pan y ella es anoréxica"

  2. Sobre la interpretación, Monribot hace nuevamente un acercamiento a la compleja estructura del síntoma en tanto, no solo es el lugar del "desciframiento posible" sino del "ciframiento de un goce opaco": "¿qué tiene que señalar la interpretación, si ella lleva más allá la revelación de una significación enigmática? Lacan responde a esta cuestión con una alegoría en su texto de los Escritos, "La dirección de la cura". Se trata del dedo levantado de San Juan el Bautista. En la punta del dedo, se trata de reencontrar " el horizonte deshabitado del ser", tal como lo dice Lacan… ya no se trata de restituir la parte ausente, carente del ser del sujeto con algunas revelaciones significantes, ni con trozos de ficción de una historia olvidada. No se trata de eso...El ser del sujeto en el horizonte de la punta del dedo de la interpretación, indica un ser de goce, sin cualidad significante: el ser pulsional del sujeto, lo que Lacan llama el objeto a". De esta manera la interpretación del síntoma apunta a señalar el núcleo pulsional del ser… es " una forma de abrir a lo real", de abrirse a la imposibilidad de decir todo, propia de los seres hablantes.Para ello Monribot planteará las interpretaciones que Lacan preconiza con algunos ejemplos ( página 174): la puntuación de la cadena de significantes, el corte como un cambio de discurso más que de significación, la "alusión" que Lacan menciona más cercana al dedo de San Juan Bautista… "Usted dice lo que piensa ciertamente… Pero ¿usted piensa verdaderamente lo que dice?". También ejemplifica la cita ( ¿usted escuchó lo que acaba de decir?) y los diferentes tipos de equívocos, bajo sus tres formas posibles: Homófono, gramatical y lógico. Finalmente Monribot pone el acento en que "estas formas de interpretación sólo ponen en juego la postura del analista: aquí está el tono de voz, la cara, la presencia, ausencia y el cuerpo- en italiano es "la commedia dell´arte""

    San Juan Bautista

    Sobre este punto Monribot escribe sobre un caso de un niño de 8 años, en significantes de la psiquiatría actual, que sufría de un "trastorno del comportamiento alimentario". "Pero es un trastorno muy particular: decidió hacer huelga de hambre y después de sed...y el cual no quería ir a ver a nadie ( psicólogo)" llegando a su consulta con mucha hostilidad.

    Es magnífico el caso, en tanto precisa justamente la forma de intervención del analista: la serie de sesiones cortas, el trabajo sobre precisos equívocos significantes (incluyendo sus momentos de dudas: " interpreto?, respondo? o no y rápido") y remarcando la importancia de la supervisión para "resucitar" al analista en su acto...". Así se orienta la dirección, rectificando gracias a la práctica del control".

  3. Dice Monribot "mi axioma es el siguiente: como en el amor, no hay psicoanálisis vivo sin tener en cuenta los cuerpos en presencia real: ¡ El del analizante y el del analista!". Para ello el autor se plantea a modo de desafío intelectual y personal la noción de "cuerpo hablante". Es entonces muy interesante el camino que realiza hasta el sintagma lacaniano de 1973 "lo real...es el misterio del cuerpo hablante, es el misterio del inconsciente", del Seminario Aún. Para ello realizará un recorrido ilustrativo sobre el cuerpo especular y el cuerpo simbólico, arribando al Seminario Aún y sorprendiendose a sí mismo cuando Lacan dice que el cuerpo se vuelve vivo porque él "se goza". Y además él "se goza" a partir del significante: "Afirmar que el cuerpo se goza significa que el cuerpo habla el lenguaje del goce ruidosamente". O como menciona Marta Serra en el Freudiana 76, en su artículo "El parlêtre adora su cuerpo": El cuerpo se ofrece al significante y allí él se materializa.

    ¿Cómo funciona clínicamente este asunto? Se hace entender en las curas bajo la forma de los afectos o de acontecimientos de cuerpo que no tienen "nada de feliz", afirma Monribot. Un AE da testimonio de ello: Bruno de Halleux: "él no podía frenar las lágrimas incoercibles  e incomprensibles que acompañaban el final de su cura - lágrimas no sin causa, pero sin razón. El analista le respondió a guisa de interpretación, que "los llantos tienen su misterio". Aquí estamos: ¡las lágrimas como eco de un goce doloroso, afectando el cuerpo hablante! Y al respecto el sujeto del inconsciente significante no puede decir nada."

La noción de parlêtre analizante, posiciona al analista hacia un encuentro de estos "ecos" en el cuerpo, irrepresentables, huellas de las manifestaciones del cuerpo hablante, requiriendo que sus actos analiticos apunten a esa lengua del goce primitivo. " En pocas palabras: el parlêtre habla a partir de su cuerpo como experiencia inicial de goce".

Al final de su recorrido Monribot concluye: "Está claro que la puesta en escena de los cuerpos hablantes es lo que hace el psicoanálisis vivo. Sin embargo, esto depende esencialmente del analista, de su modo de presencia, de su práctica,más allá de la escucha...Jacques Alain Miller insiste: "analizar el ser hablante no es lo mismo que analizar el inconsciente estructurado como un lenguaje. Se trata de producir un acontecimiento de cuerpo valiendo como nominación, con el fin de condensar el goce tóxico en exceso"...Insistiendo Monribot en su conclusión del recorrido clínico:"No lo olvidemos: sin el cuerpo vivo, ¡el psicoanálisis está muerto!".

Carolina Salinas


"Estamos todos locos"
Eric Laurent
Capítulo: "El analista ciudadano"
Editorial

"El analista, más que un lugar vacío, es quien ayuda a la civilización a respetar la articulación entre normas y particularidades individuales. El analista, más allá de las pasiones narcisistas de las diferencias, tiene que ayudar, pero con otros, sin pensar que es el único que está en esa posición. Así, con otros, ha de ayudar a impedir que en nombre de la universalidad o de cualquier universal, ya sea humanista o antihumanista, se olvide de la particularidad de cada uno" (p. 72).

En este apartado E. Laurent desarrolla la figura del analista ciudadano por contraposición a la figura del analista crítico, en tanto que se borra, "que es tan solo un vacío ambulante que no cree en nada".

Lacan en "Función y campo de la palabra…" aconseja desistir a los analistas que "no pueda(n) unir a su horizonte la subjetividad de su época", señalando que el psicoanálisis debe responder a las características de su época y , en la nuestra, se hace preciso dar cuenta de cómo opera el psicoanálisis, de su efectividad, dependiendo su supervivencia de su capacidad de transformación, de su inserción en el ámbito institucional y social, sin renunciar a los principios que lo rigen. Para llevar a cabo este cometido, situándonos en las instituciones de la salud mental, el psicoanálisis clásico (entendido como una práctica rígida de encuadre, tiempo, frecuencia…) no es válido y ni siquiera recurriendo a las llamadas psicoterapias analíticas o psicoterapias de orientación psicodinámicas consiguen poner en práctica el psicoanálisis así entendido, ante los requerimientos y demandas de la institución que exige estadísticas, eficacia, encuestas de satisfacción… Estamos ante el analista vacío, que cayó en el propio agujero producido por su práctica: el agujero de los ideales".

Ante esta situación el analista de orientación lacaniana responde: con una praxis regida por principios y no por estándares, desde la lógica del inconsciente que no está sujeta al tiempo cronológico, desde la flexibilidad para poder operar en condiciones diversas, con intervenciones analíticas atendiendo a la particularidad del caso por caso, con una clínica bajo transferencia que permite aplicar el psicoanálisis a la terapéutica sin dejar de ser psicoanálisis.

Hay un lugar garantizado en las instituciones de salud mental para el psiquiatra y el psicólogo clínico, sin embargo, la presencia de los analistas en dichas instituciones no está asegurada, por lo que cada analista va a tener que construir, que inventar su propio lugar, un lugar que no hay; para lo cual es conveniente que se separe del semblante profesional, para servirse de él. La experiencia analítica plantea unas dificultades propias ante las cuales hay la tendencia a protegerse en los semblantes institucionales, bien para someterse a sus normas, bien para denunciarlas como obstáculo a la práctica psicoanalítica. En cualquier caso, dos maneras de refugiarse de los riesgos del acto que ponen en juego lo real de la clínica. Sin embargo, el analista puede encontrar su lugar mediante un entrecruzamiento de discursos de tal manera que pueda responder a las exigencias institucionales al tiempo que se mantenga a una cierta distancia para que no se deje atrapar por ellas.

El analista con su presencia instaura otra "política", la del deseo, que rige "táctica" y "estrategia" en la dirección de la cura. Por tanto, siguiendo a E. Laurent, "hay que pasar del analista encerrado en su reserva, crítico, a un analista que participa, un analista sensible a las formas de segregación, un analista capaz de entender cuál fue su función y cuál le corresponde ahora". Este sería el analista ciudadano, el que interviene con "con su decir silencioso"; no se trata de ningún modo de ser un analista borrado. En palabras d E. Laurent: "Es el que sabe participar con su decir silencioso, decir silencioso distinto del silencio. El decir silencioso implica tomas de partido activas, silenciar la dinámica de grupo que rodea a cualquier organización social".

"Tomas de partido activas" significa pedir una red de asistencia en salud mental que sea democrática, que respete los derechos de ciudadanía de los sujetos usuarios de la salud mental; significa mediante publicaciones, intervenciones en la esfera pública, pedir otra manera de actuar en la salud mental, inventando otras prácticas, como la llamada "Práctica entre varios". El analista útil, ciudadano, interviene en el debate democrático, esta dispuesto a dialogar con las autoridades para que el psicoanálisis pueda ofrecer su aportación específica estando presente entre los otros discursos.

Un ejemplo reciente de la intervención del analista ciudadano ha sido la batalla ganada en Francia en materia de autismo, a favor de la libre elección del método de cuidados y contra la no prohibición del psicoanálisis en el tratamiento del autismo, rehusando imponer las TCC como única terapéutica.

Trinidad Cámara Palop

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