El término “protesta viril o masculina” fue introducido por Alfred Adler en el artículo “El hermafroditismo psíquico en la vida y en la neurosis” presentado en el Congreso de Nurembreg de 1910. El hombre “sobrecompensa” su “sentimiento de inferioridad”, que está referido a la “inferioridad de un órgano”, -y sirve cualquiera para ello-, con reacciones desordenadas que serían los síntomas neuróticos y psicóticos.
Freud cuestionó esta posición con respecto al psicoanálisis que derivó en lo que Adler construyó como psicología individual.
En diferentes textos hace referencia a este tema para mostrar la desviación y resistencia de Adler hacia el psicoanálisis. Subraya que incluso alguien cercano no está inmunizado frente a la resistencia, y que esta no era patrimonio exclusivo de los que en nombre de la ciencia criticaban y denostaban su descubrimiento.
Nos detendremos fundamentalmente en dos textos donde Freud aborda el tema: “La historia del movimiento psicoanalítico” de 1914 y “Análisis Terminable e Interminable” de 1934. En su texto sobre la historia del movimiento psicoanalítico, ajusta cuentas sobre todo con Adler y Jung, y pone a cielo abierto las desviaciones de ambos con respecto al psicoanálisis.
La protesta viril, “invención” adleriana, le sirve a Freud para interpretar la posición de Adler con respecto a él(1) y mostrar como en el uso que hace de este concepto se distancia de los principios psicoanalíticos.
Con respecto a “La protesta viril” referida a la visión del coito parental, que lleva a una identificación con el padre y un rechazo a la identificación con la madre, Freud hará hincapié que lo que inconscientemente tendrá más peso para el paciente es el rechazo de la identificación a la posición de la mujer en el coito, que se compensa por una ostentación “yoica” de la virilidad con respecto al otro hombre; desmarcándose de la preponderancia que Adler da al yo con respecto al inconsciente.
A Adler esta noción le sirve de comodín para explicar cualquier cosa, la represión, los contenidos inconscientes, y ni si quiera tiene en cuenta las diferencias entre patologías(2).
Freud mostrará el olvido en la clínica de los efectos de la pulsión de muerte, así como el anudamiento de Eros y Tánatos que marcan la vida de cada sujeto.
Ya en los últimos años de su vida(3) se valdrá de este tema para volver a mostrar la importancia en la experiencia analítica de la diferencia de los sexos.
El escollo a la hora de abordar el fin de un psicoanálisis Freud lo refiere a estos dos temas, en la mujer, la envidia del pene (aspiración positiva a poseer un órgano genital masculino), y en el varón la lucha contra su actitud pasiva o femenina frente a otro varón.
Freud, tomará la protesta viril y su equivalente en la mujer “la envidia del pene” como dos formas de “repudio de la feminidad”(4). En 1934, frente a este repudio de lo femenino no es muy optimista, y plantea que se trata de una roca que dificulta la resolución de estos complejos. Frente a la dificultad para domeñar este factor en el tratamiento analítico, nos invita a consolarnos con haber dado la posibilidad al analizante de modificar su actitud hacía este rechazo hacía lo femenino.
La roca se transforma pues en desierto, lugar sin caminos trazados, en el que cada cual se orienta según se autoriza.
Este repudio de la feminidad es lo que Lacan desplegará en su Seminario Aún, cuando nos habla del amor, del alma y del fantasma. Y al “almor”, amar con el alma, con el fantasma, lo nombra con el neologismo hommosexual. En este neologismo se aúnan el hombre, lo mismo y lo sexual(5). Y además nos asegura que esto no es patrimonio de los hombres sino que también las mujeres pueden amar desde esta misma posición.
Lo unisex, que señalamos en el tema de nuestra conversación sería esta característica del fantasma que conlleva este rechazo a lo femenino tanto para ellos como para ellas.
Es por ahí por donde avanza Lacan, con la constatación de que el mojón del falo, si bien marca la frontera, no es el límite, y que más allá se encuentra una nueva clínica, que halla su razón en la singularidad, en la contingencia y en la creación. Singularidad del sinthome, contingencia del amor y creación de un escabel que dé soporte al des-ser propio del deseo. Este es el campo clínico de nuestro tiempo, desamarrado del imperio del padre, pero no sin la presencia de la significación fálica.
La clínica nos enseña de qué manera, para el hombre, en general, la posesión de un órgano resulta una carga que le lleva a inventar metáforas fantasmáticas (véanse las ratas del paciente de Freud), rituales inconvenientes o delirios consumados. Para la mujer, poner la libido en un órgano es más difícil, pero no imposible. De su lado vemos surgir, no sólo las corporizaciones clásicas del falo en la histeria, sino también esas teorías de variados feminismos donde el reclamo de un favor para lo unisex puede interpretarse como un desconocimiento de la diferencia sexual como tal.
Como señala Jacques-Alain Miller en su curso El ser y el Uno, Lacan tiene la idea de que se puede destituir al sujeto de su fantasma fálico, y que se le puede hacer decir sí a la feminidad: “Se le puede hacer renunciar a ese rechazo a la feminidad que afecta al ser hablante, y no simplemente al hombre”(6). Señala también cómo la significación fálica es un asunto de creencia; y que como tal creencia tiene un sesgo segregativo, a partir de la suposición de un mundo único, soporte de un Ser con mayúscula.
En nuestra XVI Conversación Clínica en Barcelona, tendremos la oportunidad de poner al día este importante tema que afecta de manera crucial a la experiencia psicoanalítica desde los inicios del psicoanálisis y al cual la enseñanza de Jacques Lacan y la orientación de Jacques-Alain Miller han dado otro horizonte.
Mercedes de Francisco y Antonio Vicens
Notas:
- (1) “¿Cree usted, acaso, que es un gran placer para mí permanecer toda mi vida bajo su sombra?” Adler. FREUD, S. Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (1914). O. C. Amorrortu, vol. XIV
- (2) FREUD, S. Conferencia 25 “La angustia” (1917), O. C. Amorrortu, vol. XVI
- (3) FREUD, S. Análisis Terminable e Interminable 1937). O.C. Amorrortu, vol. XXIII
- (4) ibídem
- (5) LACAN, J. Seminario XX. Aún. Paidós. Buenos Aires
- (6) MILLER, J-A. El ser y el Uno. Clase del 9.2.2011. Inédito